miércoles, 29 de octubre de 2014

TRATEN DE ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA



Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?»

Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y Él les responderá: "No sé de dónde son ustedes".

Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas". Pero Él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!"

Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


¿Serán pocos los que se salven? Esta pregunta revela por una parte una preocupación por la salvación, una preocupación que en nuestros tiempos pocas personas tienen. Ni siquiera tenemos muy claro que es eso de la salvación. ¿Qué podemos decir de la salvación?

La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.

Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos gozar en plenitud cuando Dios termine nuestro peregrinar y lleguemos a nuestra verdadera patria.

Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.

Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la vida… No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por toda la eternidad

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

La siguiente oración nos puede ayudar a comprender y vivir el mensaje del Evangelio: 

Esfuerzate en entrar por la puerta estrecha.

Tengo rabia y Tú me dices que tengo que perdonar.

Tengo miedo y me dices que debo arriesgarme.

Tengo dudas y me dices que debo creer.

Estoy angustiado y me dices que me tranquilice.

Siento pereza y me dices que debo continuar.

Tengo proyectos y me dices que acepte los tuyos.

Tengo propiedades y me dices que sea mendigo.

Quiero seguridad y me dices que me fíe de tus promesas.

Quiero ser bueno y me dices que no es suficiente.

Quiero mandar y me dices que debo obedecer.

Quiero ser jefe y me dices que debo servir.

Quiero dar rodeos y vas directamente al asunto.

Quiero tranquilidad y me dices que vienes a cambiar el mundo.

Quiero violencia y me dices que sólo sabes dar paz.

Me preparo para escapar y me dices que debo ofrecer la otra mejilla.

Trato de enfriar las cosas y me dices que vienes a traer fuego a la tierra.

Quiero ser el más grande y me dices que debo ser el más pequeño.

Quiero permanecer anónimo y me dices que mi luz debe permanecer encendida.

Muchas veces no me apetece entrar por la puerta estrecha, pero es la única que me conduce a la felicidad más grande, a un mundo más justo y agradable para todos. Amén.

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