martes, 4 de julio de 2017

QUE POCA FE



En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. 

Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» 

Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» 

Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. 

Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!» 
Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha nuestra falta de fe.

Lo contrario de la fe y del amor no es el odio, sino nuestra cobardía.

“Jesús, tengo fe pero dudo, ayuda a mi pobre fe”

Jesús no nos deja de la mano, pero a veces parece que está dormido. Esto nos hace ser más fuertes, nos provoca para que andemos por nosotros mismos a la luz de la fe. Si no sentimos consuelo en la oración creemos que Dios está lejos de nosotros y nos echamos atrás. Sin embargo, Jesús es nuestro tesoro, y los tesoros están ocultos. Hay que pasar por los desiertos de la sequedad y monotonía en la oración. Hay que ser valientes en esas noches en las que no vemos ni sentimos nada. Muchos se desesperan y se cansan. Los valientes llegan hasta el final y Dios premia sus ansias y su amor, su fidelidad.

¿Me canso en la oración y creo que en vez de caminar hacia Dios estoy retrocediendo? Si es así es que vas en la barca con Jesús, que no tenga que reprochar nuestra cobardía. Da gracias porque viene con nosotros en medio de la tempestad y de la noche.
Señor, tanto si me respondes como si no, quiero seguir invocándote,
invocándote sin cesar, bajo las bóvedas de la asidua oración.

Tanto si vienes como si no vienes, quiero seguir confiando en Ti: sabiendo que entras en mi interior a poco que abra el corazón a ti y al hermano.

Tanto si me hablas como si no, no permitas que me canse de invocarte.

Aunque no me des la respuesta que espero, que no dude de que, de un modo u otro, discretamente, te dirigirás a mí..

En la oscuridad de mis oraciones más profundas, sé que estás cerca, aunque no te sienta.

En medio de la danza de la vida, de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso, sin caer en la desconfianza por tu aparente silencio,

Dame una fe recia para esperar tu palabra, tu presencia, tu paz.

Amén





miércoles, 28 de junio de 2017

LOS FALSOS PROFETAS



Jesús dijo a sus discípulos:

Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.

Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.

Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no se deja llevar por las apariencias. Y quiere que sigamos sus huellas. En todos los momentos de la historia ha habido personas que han sido lobos rapaces con piel de oveja mansa. Mucho más en nuestra sociedad en la que la publicidad y el marketing se han desarrollado tanto. Detrás de formas amables pueden esconderse buenos manipuladores y bajo formas bruscas pueden presentarse personas sinceras y bienintencionadas. Hemos de tener cuidado. No podemos ser ingenuos.

“Señor, no dejes que nos dejemos llevar por las apariencias”

“Danos tu Espíritu para descubrir la verdad de cada persona”

“Perdona y cura nuestra superficialidad”

Además de advertirnos, Jesús nos ofrece un criterio para distinguir a los falsos profetas, a los lobos con piel de oveja: los frutos, las obras... Las palabras pueden ser engañosas. Fijémonos en la vida: ¿son capaces de sufrir por los demás? ¿son fieles a las personas cuando pierden la salud o el dinero? ¿cambian de discurso según las circunstancias, para conseguir mayores beneficios personales? ¿se acercan a los pobres, los tratan con respeto?

No nos conformemos con mirar los frutos y la vida de los demás. Examinemos también nuestra vida, no sea que también seamos lobos con piel de oveja.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

¡Qué tiempos estos que nos toca vivir, en la calle y en la iglesia, tan convulsos y ambiguos que, para afrontarlos necesitan tu palabra evangélica! En ellos, hay cosas que brillan y brillan tanto que nos deslumbran antes de conocerlas; y las hay también que nos seducen al primer golpe, o al cabo de un rato, o al caer de la tarde, o en plena noche, porque tienen tantas caras y brillos como oscuridades; y también las hay que juegan a camuflarse y engañan a los caminantes perdiéndolos entre debates, dogmas y yermas verdades.

Aunque más duro y triste es encontrarse con personas de cultura y fe reconocida y solvente, que, humildemente y en tu nombre, se proclaman servidores mas se creen jefes y señores sin descubrir sus contradicciones. Se arrogan tu representatividad, hacen sufrir a sus semejantes y traicionan a tantos y tantos creyentes...

Pero Tú nos dijiste para momentos así: "Tened cuidado, no os dejéis engañar; y aunque desplieguen gran parafernalia, no los sigáis... ni a orar ni a tomar cañas.

Permaneced firmes en mi palabra y tendréis vida en abundancia"

AMÉN

miércoles, 10 de mayo de 2017

EL QUE CREE EN MÍ, CREE EN AQUEL QUE ME ENVIÓ



Jesús exclamó: El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en Aquél que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió.

Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.

Al que escucha mis palabras y no las cumple, Yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.

El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que Yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.

Porque Yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y Yo sé que su mandato es Vida eterna.

Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó.

Palabra del Señor.

 ¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús insiste: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado... Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado”. Viendo a Jesús, vemos al Padre; escuchando a Jesús, escuchamos al Padre. Por eso, cuando leemos el Evangelio, no sólo encontramos el modelo a seguir, estamos llamados a descubrir cuáles son los sentimientos de Dios respecto a las personas.

“Gracias Padre por desnudar tu corazón lleno de ternura”

“Gracias Jesús por darnos todo lo que el Padre te dio”

“Perdona y cura nuestra falta de fe”

Cada cristiano está llamado a decir con verdad: “El que me ve a mí, ve al que me ha enviado”:

Sólo con la fuerza del Espíritu, nuestra vida podrá ser el espejo donde se refleje la vida de Dios.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.

Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.

Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.

Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.

Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.

Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre, que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.

Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre, que renueva a cada persona y al universo entero.

Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, tan cortas como nuestros miedos y deseos.

Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios.

Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.

Señor, transforma mis sentimientos, pensamientos y comportamientos; a fin de que, unido a ti, mi vida sea también transparencia de las palabras, la fuerza, el perdón y el amor del Padre.
Amén

martes, 20 de diciembre de 2016

ALÉGRATE MARÍA, LLENA ERES DE GRACIA



El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:

«¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo:

«No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

María dijo al Ángel:

«¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?»

El Ángel le respondió:

«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».

María dijo entonces:

«Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu palabra».

Y el Ángel se alejó.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Para que Jesucristo naciera hace 2000 años, Dios necesitó el "si" de una mujer: María. Para que Dios nazca hoy en ti, en tu familia, en tu mundo, Dios necesita tu "si"  

¿Escuchas su propuesta?

Dios quiere nacer y quiere que tú lo des a luz. ¿No te lo crees? ¿Te parece una bobada? ¿Te parece imposible? Recuerda: para Dios nada hay imposible, El Espíritu de Dios vendrá sobre ti...

Haz de nosotros lo que Tú quieras, Señor; que nosotros queremos ser como María. Pero, aunque pretendemos darte un sí, a veces el miedo nos frena, en otras ocasiones estamos inseguros, también nos dejamos llevar por la comodidad o por lo que hace la mayoría y nos escapamos de tu camino.

Pero queremos decirte un sí rotundo: a tu forma de tratar a la gente, a tu sensibilidad para todos, a tu sencillez más total, a tu manera de servir, a intentar ser los últimos, a cuidar a los más frágiles, a levantar a los caídos, a liberar a los angustiados, a poner alegría en los desanimados, a ilusionar a los deprimidos, a curar a nuestros enfermos, a jugar como los niños y a cuidar la amistad contigo.

Señor, de verdad que sí, que queremos ser de los tuyos, que intentamos vivir a tu manera, aunque demasiadas veces se nos olvida.

Llévanos fuerte de tu mano y ayúdanos a sentir la alegría de quienes se dejan amar y guiar por Ti  

Yo te saludo, María, porque el Señor está contigo; en tu casa, en tu calle, en tu pueblo, en tu abrazo, en tu seno.

Yo te saludo, María, porque te turbaste -¿quién no lo haría ante tal noticia?-; más enseguida recobraste paz y ánimo y creíste a un enviado cualquiera.

Yo te saludo, María, porque preguntaste lo que no entendías -aunque fuera mensaje divino-, y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego, sino que tuviste diálogo y palabra propia.

Yo te saludo, María, porque concebiste y diste a luz un hijo, Jesús, la vida; y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar y cuidar si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Yo te saludo, María, porque te dejaste guiar por el Espíritu y permaneciste a su sombra, tanto en tormenta como en bonanza, dejando a Dios ser Dios y no renunciando a ser tú misma.

Yo te saludo, María, porque abriste nuevos horizontes a nuestras vidas; fuiste a cuidar a tu prima, compartiste la buena noticia, y no te hiciste antojadiza.

Yo te saludo, María, por ser alegre y agradecida y reconocer que Dios nos mima, aunque nuestra historia sea pequeña y nos olvidemos de sus promesas.

Yo te saludo, María. ¡Hermana peregrina de los pobres de Yahvé, camina con nosotros, llévanos junto a los otros y mantén nuestra fe!

Amén

domingo, 18 de diciembre de 2016

GENEALOGÍA DE JESUCRISTO



Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de éstos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de éste fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de éste fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Olías. Olías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.

El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


¿Qué nos quiere decir la Palabra de Dios con esta lista de nombres? El Evangelista quiere que caigamos en la cuenta de que el nacimiento de Jesús no ocurre en un momento cualquiera de la historia. Dios ha ido preparando a lo largo de muchos siglos este acontecimiento. Dios fue educando con paciencia el corazón de la humanidad hasta que pudiera acoger a su mismo Hijo. Así nos lo explica la carta a los hebreos: "En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo".

"Señor, gracias por preparar el corazón del mundo para recibir a tu Hijo"

"Enséñanos también a nosotros a acogerlo en esta Navidad"

"Ayúdanos a ser pacientes, como tú eres paciente con nosotros"

Dice el teólogo navarro Cabodebilla: "Los escritores bíblicos no ocultan que Cristo desciende de bastardos". En efecto, en la lista aparece Farés, hijo incestuoso de Judá, y Salomón, hijo adulterino de David. Los evangelistas no ocultan siquiera la presencia de una prostituta. Y en esta historia de virtud y de pecado, Dios permanece fiel en su amor y conduce al mundo a la salvación, es decir, a Jesucristo.    

"Dame Señor verdad para reconocer la bondad y la maldad de mí mismo"

"Gracias Señor porque respondes con fidelidad a nuestras infidelidades"

"Danos luz para descubrir tu presencia en las sombras del mundo"

Señor, te damos gracias porque, al hacerte humano, asumiste la historia de tu pueblo, la historia de la humanidad, una historia cuajada de nombres, nombres de héroes y villanos, de prostitutas y de santos, de gente mediocre como yo.

Gracias por amarnos, con nuestras luces y sombras, con nuestras coherencias y contradicciones. Gracias por dar la vida por personas que no lo merecemos.

Jesús, tú nos enseñas el camino de la Encarnación. Contigo podemos amar historias heridas, la historia de nuestro pueblo y de nuestra iglesia, la historia de nuestra familia y de nuestro grupo de fe.

Señor, haznos generosos para servir a todos, también a los pecadores, a los desagradecidos. Danos tu Espíritu para encarnarnos, amar, servir, entregarnos y morir, a fin de que nuestra historia se acerque más a Ti, a la corriente de amor y perdón que brota de tu corazón. Amén,

A partir de hoy la preparación del Adviento se intensifica, porque dentro de una semana nace Jesús. Y en la liturgia se rezan las antífonas O, llamadas así porque comienzan la exclamación "Oh". Pueden ser útiles para nuestra oración. Ésta es la de hoy: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ¡ven y muéstranos el camino de la salvación!

Amén