miércoles, 8 de octubre de 2014

PADRE NUESTRO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE






Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre,  que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación»

 

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor?
 
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

 
Pocas explicaciones necesita el Padre nuestro. Te proponemos que los reces despacio una vez y después te centres en aquellas palabras en las que hayas encontrado consuelo, o sentido una llamada, o te hayan provocado alguna resistencia interior.

 Si quieres, puedes leer el Padrenuestro de Dios, compuesto por José Luis Martín Descalzo:

"Hijo mío, que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado. Yo conozco perfectamente tu nombre y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo. No, no estás solo, sino habitado por Mí, y juntos construimos este Reino del que tú vas a ser el heredero. Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz, ya que la gloria de Dios es el hombre viviente. Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos. Sabes que perdono todas tus ofensas antes incluso de que las cometas, por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden. Para que nunca caigas en la tentación tómate fuertemente de mi mano y yo te libraré del mal pobre y querido hijo mío."


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