sábado, 29 de noviembre de 2014

ESTÉN PREVENIDOS Y OREN SIEMPRE



Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:

Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.

Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


"Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos". La advertencia de Jesús es quizá en nuestro mundo todavía más necesaria que en la Palestina del Siglo I. Hay muchos intereses que quieren que no funcione nuestra mente. Se invierte mucho dinero para que pensemos lo que conviene a los que pagan. Y muchas veces consiguen sus propósitos: no nos llama la atención que cada día mueran miles de niños por hambre, por el aborto...  Parece normal que empleemos más dinero en colonias, deportes, espectáculos que en solidaridad. Podríamos poner mil ejemplos. ¿Qué embota mi cabeza?

Pedimos a Dios que nos ayude a descubrir y a superar las trampas que continuamente se tienden a nuestro paso.


"Estad despiertos". No os traguéis cualquier cosa. Pensad ¿qué se dice? ¿Quién lo dice? ¿Para qué lo dice? ¿a quién beneficia? Rezad ¿Qué me dices tú, Señor? La Palabra de Dios no tiene intereses en esta tierra, mejor dicho, tiene un sólo interés: la felicidad de todos. Pensar y rezar son los mejores medicamentos para combatir la enfermedad del sueño.

"Ayúdame Señor a poner los medios para permanecer despierto"

"Gracias por buscar siempre nuestra felicidad más plena"

Las advertencias de Jesús son importantes. No es lo mismo estar despiertos o dormidos, con mente embotada o clara. Nos jugamos mucho. Nos jugamos la salvación. Es decir, nos jugamos que nuestra vida tenga sentido o no. Nos jugamos ser felices o no. Nos jugamos que otras personas vivan felices o no.

"Señor, perdona nuestra falta de responsabilidad"

"Gracias por crearnos libres y responsables"

"Danos fuerza para ayudar a nuestros próximos a vivir despiertos, con la mirada y la cabeza claras"

viernes, 28 de noviembre de 2014

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LA TIERRA



Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación:

Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol, Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano, Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.

Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto., El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Fíjate en la higuera... fíjate en la vida, en tu vida, en la vida de las personas cercanas... fíjate en tu grupo de fe, en tu parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu pueblo o ciudad, en el mundo. Jesús era un gran observador.  Ver, mirar, fijarse, contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿Nos enteramos de las cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.

La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su pueblo, en el corazón de las personas... Podemos rezar con las palabras de Gloria Fuertes y añadir nuestras experiencias de encuentro con Dios:

PADRE NUESTRO:

Que estás en la tierra,  Padre nuestro que te siento en la púa del pino, en el torso azul del obrero, en la niña que borda curvada a espalda mezclando el hilo en el dedo.

Padre nuestro que estás en la tierra, en el surco, en la mina,  en el huerto, en el puerto, en el cine, en el vino, en la casa del médico. 

Padre nuestro que estás en la escuela de gratis y en el verdulero, y en el que pasa hambre.

Padre nuestro que estás en la tierra, en un banco del prado leyendo, eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo. 

Padre nuestro que estás en la tierra, en el cigarro, en el beso, en la espiga, en el pecho de todos los que son buenos.

Tenemos que aprender a mirar al estilo de Dios. Dios, que es bueno, que es Amor, mira todo con bondad y amor. En la Creación, el libro del Génesis repite: "y vio Dios que era bueno" Gn 1,4.10. Y el Evangelio nos cuenta que Jesús  "fijando en él joven rico su mirada, le amó" Mc 10,21. Si no miramos con amor, no descubriremos al Dios-Amor en la vida, en la historia.

"Cura Señor mi mirada, tantas veces fría y egoísta"

"Gracias, Señor, por las personas que miran con amor"

jueves, 27 de noviembre de 2014

VENDRÁ EL HIJO DEL HOMBRE SOBRE UNA NUBE



Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:

Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.

¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.

Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.

Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.

Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

Palabra del Señor
 

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Otra vez Jesús utiliza un lenguaje simbólico, difícil de comprender para nosotros. El panorama que dibuja es desolador: destrucción, venganza, signos en los astros... Sin embargo, a pesar de todo, las últimas palabras de Jesús son esperanzadoras: "levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación". Aunque a veces no lo parezca, hasta en las situaciones más dolorosas, Dios está presente y busca nuestra liberación, nuestra felicidad.

Podemos pensar en situaciones difíciles que hemos vivido. Y recordar cómo a pesar de todas las apariencias negativas, Dios se ha hecho paso y nos ha ido salvando poco a poco. Damos gracias. Si no hemos descubierto la presencia de Dios en los momentos dolorosos de la vida, le pedimos que nos conceda luz para saber descubrirlo.

Dios nos pone a veces en camino de personas que sufren mucho, que no tienen un futuro esperanzador. Y nos pide que les ayudemos a levantarse, a caminar, a disfrutar de la salvación, del amor de Dios y de los hermanos.



Señor, las catástrofes y las guerras encogen mi corazón.

En el mundo hay demasiada injusticia, demasiada violencia.

Me llega al corazón el sufrimiento de los pobres y los inocentes.

Hasta en las familias y en la Iglesia falta entendimiento.

En mi corazón se acumulan tristezas y fracasos.

Y mi pobre esperanza se seca, como una hoja en otoño.

Levanto los ojos al cielo y pronuncio tu nombre: ¡Jesús!

Y Tú me dices: “No tengas miedo. Confía en mí.

Levanta la cabeza, Se acerca vuestra liberación.

Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin

Mi amor es más fuerte que todas las desgracias juntas”.

Y mi esperanza comienza a reverdecer de nuevo.

Gracias por esta esperanza, más fuerte que el dolor y la muerte.

Que la fuerza del Espíritu me ayude a cuidarla y a compartirla.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LOS PUEBLOS SERÁN PRESA DE LA ANGUSTIA



Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:

Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.

¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.

Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.

Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.

Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Días de angustiosa espera. Permanezcamos firmes hasta el final, para que, cuando el Señor vuelva, seamos de los que levanten la cabeza, pues se acerca la hora de nuestra liberación final.

No vivamos odiándonos y mordiéndonos unos a otros. No seamos injustos con nuestro prójimo.

No nos encerremos en nuestros egoísmos que nos lleven a pisotear los derechos, incluso fundamentales, de nuestro prójimo.

No induzcamos a otros al mal o al error. No provoquemos divisiones ni guerras entre nosotros. No vaya a ser que nos expongamos a nuestra destrucción total. Mientras aún es tiempo el Señor nos invita a iniciar el camino de una auténtica conversión.

Él no quiere que nos perdamos, por muy pecadores que hayamos sido, pues no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

Somos demasiado frágiles; por eso no confiemos en nuestras propias fuerzas.

Acudamos al Señor con una oración humilde y sincera; y pidámosle confiadamente que nos ayude en todo a hacer, con gran amor, su voluntad, para que nos convirtamos en testigos fieles de su amor para toda la humanidad.

martes, 25 de noviembre de 2014

EL TIEMPO ESTÁ CERCA



Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».

Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»

Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El, tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».

Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Mientras Jesús se fija en la generosidad de una pobre viuda, vemos como los judíos se fijan en la belleza del templo de Jerusalén. No cabe duda de que son sensibilidades bien distintas. ¿Cómo miramos nosotros? ¿qué nos produce más admiración? ¿Qué valoramos más?

"Señor, enséñanos a mirar como tú"

"Convierte nuestro corazón insensible"

Los judíos creían que un día la historia terminará y algunos pensaban que ese momento último era inminente. Por eso preguntan: ¿cuando va a ser eso?  El lenguaje de Jesús es difícil de comprender, pero nos enseña dos cosas fundamentales:

Llegará el fin de la historia, aunque no está cercano.

En ese final brillará la generosidad de la viuda y será se apagará la gloria del templo de Jerusalén, vencerá el amor y la vida, morirá el egoísmo y la misma muerte.

"Señor, gracias por el gran regalo de la esperanza"

"Ayúdanos a distinguir las cosas verdaderamente importantes"

"Danos fuerza para trabajar por las causas que permanecen"

Dice Jesús: "Muchos vendrán usando mi nombre".

En nuestros días nadie va diciendo que es Jesucristo, pero hay personas y cosas que se presentan como Salvadores, como Mesías. Hay personas que se creen salvadoras del mundo, hay productos que nos prometen la felicidad si los compramos y usamos, algunos economistas dicen que la salvación del mundo está en el mercado... ¿cuáles son los dioses de este mundo? ¿Cuáles son los míos?

"Sólo tú Señor tienes palabras de vida eterna"

"Sólo tú Señor me das la felicidad, la salvación"

"No permitas que creemos dioses y que nos creamos dioses"

Señor, dame una mirada como la tuya, una mirada que no se quede en la superficie, que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.

Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.

Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.

Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.

lunes, 24 de noviembre de 2014

LAS DOS MONEDAS DE LA VIUDA



Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.

Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.

Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Jesús mira, mira con profundidad. No se queda en la superficie, en las apariencias. Como dice el primer libro de Samuel 16,7: "La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón"

Parece que no tenemos tiempo para mirar, para contemplar, para descubrir el corazón de las personas. Tenemos mucha prisa y poco amor.    

Las viudas de aquel tiempo normalmente eran pobres de solemnidad y estaban totalmente desprotegidas. Sin embargo, echó todo lo que tenía para vivir. Los cristianos estamos llamados a compartirlo todo, a dar incluso la vida. Pero en la realidad ¿cuánto tiempo, cuanto dinero, cuanta vida compartimos? ¿No se nos habrá pegado demasiado el polvo de la sociedad individualista y consumista en la que vivimos.

¿Por qué nos cuesta tanto compartir? Cada uno conocerá sus razones particulares, pero hay dos que nos afectan a casi todos. Por un lado, confiamos poco en Dios. Si confiáramos más en Dios, no nos apoyaríamos tanto en las seguridades materiales. Por otro, somos poco conscientes de todo lo que Dios ha compartido con nosotros, de todo lo que Dios cada día nos regala. "Todo lo mío es tuyo" dice el padre de la parábola del hijo pródigo, nos dice Dios a cada uno, Lc 15,32. Si fuéramos fuésemos más conscientes, compartir no sería un castigo, sería una necesidad que nace de un corazón agradecido.


Gracias, Señor, por la gente buena y sencilla.


No te sonríen con blancura dentífrica, desde las páginas de una revista. 

No acaparan flashes en los eventos de moda. 

No reciben premios en las galas con más glamour ni las multitudes corean sus nombres en el concierto de los poderosos. 

Pero no lo necesitan, para brillar con luz propia en el baile de la historia. 


Son el hombre justo y la viuda pobre,  el profeta valiente y la mujer perdonada. 

Son el peregrino que comparte su mesa y su palabra, y el caminante que, en su fatiga, bromea y canta. 

Son el carpintero y la muchacha, el alfarero y la criada, el emigrante que no pierde la esperanza. 

Son la buena gente, que en lo discreto, transforma el duelo en danza. 


Gracias, Señor, por la gente buena y sencilla.

Hazme bueno y sencillo, Señor."

viernes, 21 de noviembre de 2014

MI CASA, ES UNA CASA DE ORACIÓN



Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: "Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones"».

Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Jesús no sólo es el hombre dulce y tierno que nos habla de cosas preciosas. Es también el profeta valiente que denuncia la falsedad, que reacciona ante el abuso, que se enfrenta a los poderosos... En nuestra vida se han de combinar dos dimensiones de la vida de Jesús y de los profetas: plantar el amor y arrancar el pecado, el anuncio de la solidaridad y la denuncia del egoísmo, consolar corazones desgarrados y remover conciencias conformistas... En mi vida ¿qué tendría que potenciar a este respecto? Pido a Dios luz y fuerza.

Yo soy la persona más tranquila del mundo.

Soy la personificación de la tranquilidad.

Ciudadano calmado, sin manías, sin extremismos, tranquilo y pacífico. Ese soy yo.

Si hay miseria a mí alrededor, yo ayudo un poquito

y luego me tranquilizo al saber que pocos hacen lo que yo.

En una época de tanto egoísmo,

yo soy de veras un tipo leal y sincero.

¡Incluso rezo todos los días, cosa que pocos hacen!


Pero tú, Jesús, te has acercado a mí... y me has pedido ser profeta, para gritar tu verdad, anunciar tu Buena Nueva, ser testigo ante el mundo.

¡Pero Jesús! ¿Yo?... Tal vez este no sea el mejor trabajo, no sé si sabré hacerlo, además necesitaré prepararme...

La tarea no es nada fácil, necesito arrojo y valor.

Y yo sólo tengo una cosa: miedo.

Desde luego, ser profeta... es poner tus palabras en nuestra boca, tus obras, en nuestros hechos, es ser como tú fuiste. ¡Y acabaste en la cruz!

Mira Jesús, que todo esto es demasiado... a mí me gustaría, ¡pero es que... yo no tengo sangre de profeta!

Jesús, Tú escuchas con paciencia mis excusas, y me miras con un inmenso cariño.

Tienes paciencia conmigo y me ayudas a entender que sólo tiene vida el que la arriesgar por amor, que Tú siempre estarás a mi lado que tu fuerza será mi fuerza, que tu sabiduría será la mía, que todo lo puedo cuando voy contigo. Amén

Intentaban quitarlo de en medio. El mensaje de Jesús les resultaba peligroso. Y para colmo, se atreve a echar a los vendedores del templo. Les parece intolerable. También nosotros tratamos de quitarnos de en medio a quien nos resulta molesto, al que nos recuerda la verdad, tantas veces molesta... Lo pensamos y pedimos perdón.

Jesús no era un maestro más. Sabía de qué hablaba. Hacía lo que decía. Era coherente hasta el extremo. No era hombre de medias tintas. Conocía los problemas de la gente. Por eso y por muchas cosas más, lo escuchaban con gusto. Nosotros no somos "el Mesías", no somos el Hijo de Dios. Pero estamos hemos recibido el mismo Espíritu de Jesús y estamos llamados a ser anunciadores del Evangelio. Si intentamos seguir a Jesús con autenticidad, aunque estemos envueltos por mil pobrezas, mucha gente estará pendiente de nuestros labios... y de nuestra vida.