miércoles, 30 de septiembre de 2015

TE SEGUIRÉ ADONDE VAYAS



Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!»

Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».

Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios».

Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


Ser cristiano no es solamente conocer a Jesús, rezar, cumplir ciertas obligaciones, hacer cosas por los demás... Ser cristiano es fundamentalmente seguir a Jesús, seguir a Jesús por el camino que él nos vaya marcando.

¿Cómo descubrir este camino? A través de la oración, de la reflexión, del acompañamiento espiritual...

¿Estas dispuesto a seguir a Jesús por la senda que te señale? ¿Qué medios pones y podrías poner para escuchar su voz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. Seguir a Jesús normalmente pasa por la pobreza, por la austeridad, Vivir en pobreza sólo es posible si confío en él, si tengo a Dios cómo el mejor tesoro.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

La majestad no está en los gestos de orgullo, en la mirada altiva o el ceño fruncido.

No está en la puerta infranqueable o en la adulación cortesana.

Tampoco en la altura de los rascacielos o la privacidad de los accesos exclusivos.

No está en las cenas de gala, la alta costura, la joyería fina o los gastos suntuosos.

La majestad poco tiene que ver con protocolos que encumbran al poderoso y ningunean al débil.

¿Dónde, entonces?

En un rey sin trono, palacio o ejércitos.

Sin cuenta corriente, sin otro techo que el cielo.

Un rey sin más ley que el amor desmedido, sin más cetro que sus manos desnudas, gastadas ya en tanta caricia, en tanta brega, por tanto tirar de los derrumbados.

Sin otra atalaya que la cruz, y en ella, el perdón por bandera, la paz por escudo,
y la justicia, inmortal, como apuesta eterna.

Seguir a Jesús es lo más importante, lo más urgente, lo único necesario; más que enterrar a un muerto, o terminar una carrera universitaria, o conseguir un trabajo, o alcanzar cualquier objetivo. El seguimiento es la brújula que orienta toda nuestra vida (familiar, social, comunitaria, religiosa)

¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Maestro, te seguiré adonde vayas;

Maestro, dedicaré un tiempo cada día a estar contigo;

Maestro, me gustaría comprometerme con una buena causa;

Maestro, voy a compartir una parte de mi dinero;

Maestro, quiero seguir el camino que Tú me señalas:

Maestro, lo que más quiero en esta vida es...

Pero, Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre; déjame terminar primero la carrera o la oposición; déjame criar primero a mis hijos; déjame pagar primero la hipoteca; déjame que antes resuelva todas mis dudas; déjame...
Señor, Tú me llamas y yo pongo excusas; y tú vuelves a decirme: "Tú, sígueme".

Acompáñame, Señor, en esta jornada, para que sepa aprovechar cada momento,
para seguirte, escucharte y hablarte, para comprometerme y compartir; para disfrutar la vida y entregarla del todo.

Amén

martes, 29 de septiembre de 2015

YO TE VI ANTES QUE FELIPE TE LLAMARA



En aquel tiempo:

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez».

«¿De dónde me conoces?, le preguntó Natanael.

Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».

Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel».

Jesús continuó: «Porque te dije: "Te vi debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía».

Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el, Hijo del hombre».


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


La Biblia nos habla de tres arcángeles con nombre propio:

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.


Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»


«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».


Con un corazón de niño, podemos dirigir a ellos nuestras oraciones:

San Miguel Arcángel, que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda
y que, mediante tu incomparable protección, crezcamos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos acompañe todos los días de nuestra vida.

Arcángel San Gabriel, imploramos tu cercanía para que descubramos cada día las llamadas que Dios nos hace y respondamos con la prontitud y la alegría de la Virgen.

Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal.

Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro», te suplicamos nos acompañes en todos mis caminos y nos alcances fuerza para seguir tus consejos.

Amén

lunes, 28 de septiembre de 2015

EL QUE RECIBE A ESTE NIÑO EN MI NOMBRE, ME RECIBE A MI



A los discípulos de Jesús se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe a Aquél que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ése es el más grande».

Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros».

Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, esta con ustedes».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


¡Cuánto nos gusta compararnos y ponernos por encima de los demás! En cambio Jesús, siendo el primero, se pone al final de la fila. El más pequeño, el más humilde es el más importante. El Salmo 130 es un salmo pequeño, que nos ayuda a sentirnos pequeños, pero seguros en los brazos de Dios:

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como eran en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Cuando acogemos a los pequeños, a los niños, a los pobres, a cualquier persona necesitada de ternura, de compañía, de esperanza... estamos acogiendo al mismo Jesús.

“Gracias por poder acogerte en los más pequeños”

“Danos un corazón abierto a todos, sobre todo a los más humildes”

“Perdona y cura nuestro afán de ser más que los demás”

El que no está contra vosotros, está a favor vuestro”. Por lo tanto, no miréis con desconfianza al que hace lo mismo que vosotros, aunque no sea de vuestro grupo

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

No todos están a favor nuestro, ni todos en contra nuestro, Señor.

Aquellos que comparten la misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los tuyos, son de los nuestros.

Los que trabajan por la justicia y la paz son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de los niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los tuyos, son de los nuestros.

Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas, casi todas que son de los tuyos, de los nuestros.

Gracias por las maravillas que tu Espíritu realiza en el corazón de las mujeres y los hombres que, aunque no parezcan de los nuestros, aunque abracen otros credos o no crean en Dios, aunque voten a otros partidos políticos, canten otras canciones y hablen otros idiomas, están movidas por tu mismo Espíritu. Gracias, Señor.

Amén

domingo, 27 de septiembre de 2015

HEMOS VISTO QUE UNO EXPULSABA DEMONIOS EN TU NOMBRE



Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros».

Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no esta contra nosotros, esta con nosotros.

Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.

Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.

Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno.

Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».


Palabra del Señor



¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


NO CERREMOS LOS OJOS

Si el domingo pasado el Señor nos invitaba a ser los primeros en servir, hoy a una con el Evangelio, intuimos dos indicaciones en nuestro caminar como cristianos:

Reconocer el bien venga de donde venga y lo haga quien lo haga.

Huir de aquello que pueda herir sensibilidades.

1 .Dios, nos lo recuerda el Vaticano II, no es un coto cerrado o un privilegio de unos pocos. Nosotros, y le damos gracias por ello, hemos tenido la suerte de conocerlo a través de la Iglesia; lo escuchamos y lo meditamos en la Palabra; lo saboreamos en la Eucaristía. ¡Cuántas veces no lo hemos sentido vivo y operante en diversos momentos, aquí, en esta gran familia que es nuestra iglesia universal!

Por cierto, al decir Iglesia Universal, estamos en consonancia, y damos un acorde perfecto, con el evangelio que acabamos de escuchar. El término universalidad define, perfectamente, lo que Jesús quiere y desea de nosotros: buscar más lo que nos une, que aquello que nos separa.

No creo que nos encontremos en esa cerrazón o suspicacia que el evangelio denuncia. La mayoría hemos sido educados en la tolerancia o en el respeto a los demás y, precisamente por ello, tal vez sufrimos más por el hecho de que hermanos nuestros no descubran que, la fuente de la bondad está en Dios, y no por el hecho en sí, de que hagan o dejen de hacer obras buenas.

No hay peligro de clasificación en bandos. Debiéramos de interrogarnos sobre el por qué no hay muchísima más gente dispuesta a hacer el bien; a pregonar y defender la justicia; a calmar los ánimos de un mundo que se debate y se desangra en guerras ideológicas o económicas.

Esa es la gran interpelación que, tal vez el evangelio de hoy, nos suscita: ¿Por qué no hacemos más, y a más gente, el bien? ¿Por qué no se orienta y se educa desde la universidad o desde el colegio– al creyente y no creyente, al agnóstico o al ateo, a encauzar esfuerzos, medios y creatividad hacia el bienestar de los demás y no solamente hacia el propio?

2. No seamos ilusos. A menor vivencia religiosa existe un serio peligro de tibieza a la hora de ejercitar la solidaridad y la caridad. Lo cual, por supuesto, no significa que siempre –los de casa- lo forjemos todo santo y bueno y, los de fuera, todo mal.

Hoy no podemos permanecer con los brazos cruzados ante la que nos está cayendo. Los cristianos masacrados especialmente en Irak y Siria, el drama de los refugiados que clama al cielo y con los que no sabemos qué hacer y dónde colocarlos, la trata de personas mujeres y niños que el Papa Francisco ha pedido en Naciones Unidas que sea considerada “crimen contra la humanidad” y un largo etc… reclaman, como Cáritas nos recuerda en su mensaje de inicio de curso, un dejar huella a favor de la justicia allá por donde pasemos. .

Hoy damos gracias al Señor por muchas cosas. Sobre todo en el inicio de este nuevo curso pastoral por el hecho de estar construyendo su Reino en la medida de nuestras posibilidades; unos lo harán desde la música, otros desde la catequesis o como sacerdotes, otros integrados en distintos movimientos eclesiales, algunos más apoyando el abundante campo social que la iglesia tiene y cuida, otros como animadores de la liturgia o en las diferentes tareas pastorales. ¡No caigamos en la tentación de pensar que “lo nuestro” es lo único válido ante los ojos de Dios, o la panacea ante los retos que nos plantea la nueva evangelización!

En definitiva, lo del evangelio de hoy, “quien no está en contra nosotros, está a favor nuestro”. Otro pelo nos luciría si, en vez de mirar lo que los demás hacen, hiciésemos un esfuerzo renovado y redoblado por vivir y enseñar aquellos caminos que conducen a la auténtica felicidad, al amor y a la alegría que produce el encuentro personal con Jesucristo.

Amén

EL HIJO DEL HOMBRE, VA A SER ENTREGADO EN MANOS DE LOS HOMBRES



Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».

Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les resultaba oscuro, de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

Hay cosas en las que Jesús no se cansa de insistir. Les avisa una y otra vez: ha de ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían. Sabían que Jesús era el Salvador, pero no les cabía en la cabeza que la salvación pasara necesariamente por el sufrimiento. A todos nos cuesta entender el dolor y la muerte.

Sin embargo, si queremos ser fieles a Dios, si queremos hacer presente su amor, en algún momento nos vamos a encontrar con el rechazo de muchos, nos toparemos con la cruz.

“Señor, enséñanos a tomar la cruz de cada día y a seguirte”

“Gracias por las personas que saben amar hasta el final”

“Perdona y cura nuestra cobardía frente al dolor”

Señor, dame la valentía  de arriesgar la vida por ti, el gozo desbordante de gastarme en tu servicio.

Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar al paso de los hombres.

Entrega, Señor, entrega para “dar la vida” desde la vida, la de cada día.

Infúndenos, Señor,  el deseo de darnos y entregarnos, de dejar la vida en el servicio a los débiles.

Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino, ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres para llevarles el tesoro
de tu amor que salva.

Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu para ser conducidos a dar la vida desde la cruz, desde la vida que brota cuando el grano muere en el surco.

Amén

viernes, 25 de septiembre de 2015

¿QUIEN DICE LA GENTE QUE YO SOY?



Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?»

Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».

«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?» Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».

Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles:

«El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».


Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



¿Quién es Jesús para nosotros? No podemos responder a esa pregunta con palabras magistrales nacidas del estudio. Nuestra respuesta debe ser muy sencilla; nacida de la vida, de lo que realmente hemos experimentado de Él; de cómo le hemos permitido entrar en nuestra vida y darle un cambio a nuestro ser y actuar; o, por desgracia, de cómo lo hemos ignorado o, peor, aún, de cómo lo hemos expulsado de nuestra vida para poder llevar una existencia conforme a nuestros caprichos e inclinaciones equivocadas.

Cuando el Señor nos dice: Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los anciano, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día, nos está dando a conocer qué somos nosotros para Él; ante Él valemos el precio de su sangre, de su muerte, de su resurrección. Él nos ama de tal manera que ha salido a nuestro encuentro para ofrecernos el perdón y darnos la oportunidad de participar de su Gloria a la diestra de su Padre. El quiere, así, que seamos sus amigos y hermanos, de su misma sangre, disfrutando de la misma herencia que le corresponde como Hijo.

Ojalá y el Señor también signifique mucho en nuestra existencia, y aceptando en nosotros su Vida, y dejándonos guiar por su Espíritu no sólo digamos que Él es el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, el Salvador, sino que esa realidad de fe nos ayude a darle un nuevo sentido a nuestra existencia y a convertirnos en testigos de su amor en medio de nuestros hermanos.

El Señor nos manifiesta su amor hasta el extremo en este Memorial de su Pascua; Él sigue amándonos y confiando en nosotros; Él continúa llamándonos para que estemos con Él en este momento de soledad, convertido en momento de soledad sonora por estar en un diálogo de amor con Él.

Así como Jesús se retiró con sus discípulos a un lugar solitario a orar, así ahora estamos solos con Él para que en un encuentro personal podamos responder a su cuestionamiento sobre lo que Él significa en nuestra vida.

Amén

jueves, 24 de septiembre de 2015

ES JUAN, QUE HA RESUCITADO. ES ELÍAS, QUE SE HA APARECIDO



El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado». Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado».

Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?» y trataba de verlo.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


Jesús no pasa inadvertido. No busca la notoriedad, pero su estilo de vida llama la atención. Quieren escucharlo y verlo hasta sus propios enemigos.

¿Cómo es nuestra vida? ¿Llamamos la atención por ser coherentes, por estar con los más pobres, por elegir los últimos puestos, por servir más que nadie, por asumir con esperanza la cruz y el dolor, por creer en Dios y en las personas? ¿o llamamos la atención por otras cosas menos evangélicas?

Señor, líbrame de todo deseo de sobresalir, de parecer más grande o más bueno que los demás, de pretender la fama a cualquier precio.

Pero, si he de llamar la atención, que la llame por ser como tú; por decir la verdad con dulzura, como tú; por acercarme a los más necesitados, como tú; por ser libre frente a los poderosos y al qué dirán, como tú; por no estar apegado al dinero y a la comodidad, como tú; por buscar más el amor que el placer, como tú; por luchar contra el mal sólo con las armas del bien, como tú; por tener paciencia con los que no acaban de aprender, como tú; por perdonar setenta veces siete, como tú; por trabajar en comunidad por la comunidad, como tú; por dar la vida con alegría hasta el final, como tú; por confiar siempre en Dios Padre hasta en los peores momentos, como tú.

Señor, ayúdame a ser cada día más parecido a ti.

Amén