jueves, 31 de julio de 2014

LA PARÁBOLA DEL JUEZ Y LA VIUDA



Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:

«En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".

Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme"».

Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.

Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?» 

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A.- ¿Cuál era la intención de Jesús al proponer esta parábola? El mismo texto nos lo dice: Jesús quería que entendiesen, que entendamos, que hay que orar siempre, sin desanimarse. Para crecer en la fe, en la amistad con Jesucristo no sirve solamente  rezar de vez en cuando, cuando me apetece, cuando necesito algo. La fe crece con la fidelidad en la oración. Sin embargo en muchas ocasiones rezar se convierte en un trabajo duro, incluso repelente... Pido al Señor el regalo de la perseverancia para rezar siempre.

B.- ¿Para qué rezar tanto? Algunos dicen con razón: "Dios ya sabe lo que necesito", "Dios no es un juez injusto, es Padre bueno y generoso, que nos da todo antes de pedir nada", "Hay muchas cosas que hacer"; sin embargo sacan una consecuencia equivocada: "Rezar es un pérdida de tiempo". Jesús, sin embargo, nos invita a rezar siempre. Él rezaba para dar gracias a Dios, para pedir fuerzas a su Padre, para desahogarse con Él, para tomar decisiones con acierto... para sentirse amado y amar a su Padre. ¿Por qué rezo yo? ¿Rezo como Jesús? "Señor, enséñanos a orar"

C.- ¿Por qué no somos fieles a la oración? Cada uno tendrá que buscar sus razones. He aquí algunas de las más comunes: no somos conscientes de todo lo que nos quiere Dios, creemos que podemos vivir sin pedir ayuda de nadie, nos ocupamos de lo urgente y descuidamos lo importante, nos cuesta reconocer que todo lo que somos lo hemos recibido de Dios... Puedo pedir a Dios que me dé luz para descubrir que obstáculos no me dejan ser fiel a la oración y fuerza para superarlos.

martes, 29 de julio de 2014

JESÚS LES LAVA LOS PIES A SUS DISCÍPULOS



Era el día anterior a la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que había llegado la hora de que dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. El siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin.

El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad, así que mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la ropa exterior y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro, éste le dijo:

-Señor, ¿Tú me vas a lavar los pies a mí?-

Jesús le contestó: -Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás-

Pedro le dijo:

-Jamás permitiré que me laves los pies-

Respondió Jesús:

-Si no te lavo los pies, no serás de los míos-

Simón Pedro le dijo:

-Entonces, Señor, no me laves solamente los pies sino también las manos y la cabeza-

Pero Jesús le contestó:

-El que está recién bañado no necesita más que lavarse los pies porque está todo limpio y ustedes están limpios, aunque no todos-

Dijo: -No todos- porqué sabía quien lo iba a traicionar.

Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la ropa exterior.se sentó otra vez a la mesa y les dijo:

-Entiendan ustedes lo que yo les he hecho. Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón porque lo soy. Pues si, yo el Maestro y Señor les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben de lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. Les aseguro que ningún criado es más que su amo, y que ningún enviado es más que el que lo envía. Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos. No estoy hablando de todos ustedes, yo sé quienes son los que he escogido. Pero tiene que cumplirse lo que dice la escritura: ´El que come conmigo, no se ha vuelto contra mí´ Les digo esto de antemano para que cuando suceda, ustedes crean que soy el que soy. Les aseguro que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado-

viernes, 18 de julio de 2014

PARÁBOLA DE LOS TRABAJADORES EN EL VIÑEDO



Esto dijo Jesús:

-“El reino de Dios es como el dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viñedo. Se arregló con ellos para pagarles el jornal de un día y los mando a trabajar en su viñedo”-

Volvió a salir como a las nueve de la mañana y vio a otros que estaban en la plaza desocupados y les dijo: -“Vayan también ustedes a trabajar a mi viñedo y les daré lo que sea justo, y ellos fueron”-

El dueño salió de nuevo a eso del medio día y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo.

A las cinco de la tarde, volvió a la plaza y encontró en ella a otros que estaban desocupados; les preguntó:

-“¿Por qué están ustedes aquí, todo el día sin trabajar?”- le contestaron:

-“Porque nadie nos ha contratado”- entonces les dijo:

-“Vayan también ustedes a trabajar a mis viñedos”-

Cuando llegó la noche, el dueño del campo le dijo al encargado del trabajo:

-“Llama a los trabajadores y págales comenzando por los últimos que entraron y terminando por los que entraron primero”-

Se presentaron, pues, los que habían entrado alrededor de las cinco de la tarde, y cada uno recibió el jornal completo de un día. Después, cuando les tocó el turno a los que habían entrado primero, pensaron que iban a recibir más, pero cada uno de ellos recibió también el jornal de un día. Al cobrarlo comenzaron a murmurar contra el dueño diciendo:

-“Estos que llegaron al final trabajaron solo una hora, y usted les ha pagado igual que a nosotros que hemos aguantado el trabajo y el calor de todo el día”- Entonces el dueño le contestó a uno de ello:

-“Amigo, no te estoy haciendo ninguna injusticia, ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el jornal de un día? Pues toma tu paga y vete, si yo quiero darle a éste que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O es que te da envidia porque yo sea bondadoso?”-

-“De modo que los que ahora son los últimos serán los primeros; y los primeros serán los últimos”-  


jueves, 17 de julio de 2014

JESÚS Y LA MUJER DE SAMARIA



Jesús salió de Judea para ir a Galilea con sus discípulos. En su viaje tenía que pasar por la región de Samaria. De modo que llegó a un pueblo llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob había dado en herencia a su hijo José. Allí estaba el pozo que llamaban  de Jacob.

Jesús, cansado del camino se sentó junto al pozo. Era cerca del medio día. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua y Jesús le dijo:

-“Dame un poco de agua”-

Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió:

-“¿Como es que tú, siendo judío me pides agua a mí, que soy samaritana?”-

Jesús le contestó:

-“Si supieras lo que Dios da y quien es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría Agua Viva”- y la mujer le dijo:

-“Señor, ni siquiera tienes con que sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿De donde me vas a dar Agua Viva? Nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo, de que él mismo bebía, también sus hijos y sus animales. ¿Acaso tú eres más que él?”-

Jesús le contestó:

-“Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré brotará en él como un manantial de vida eterna”- la mujer le dijo:

-“Señor, dame de esa agua, para que yo no vuelva a tener sed ni haya que venir aquí a sacarla”-

Jesús le dijo:

-“Ve a llamar a tu marido y vuelve acá”- la mujer le contestó:

-“No tengo marido”- Jesús le dijo:

-“Bien dices que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has dicho”-

-“Señor, ya veo que eres un profeta. Nuestros antepasados, los samaritanos, adoraron a Dios aquí en este monte, pero ustedes los judíos dicen que Jerusalén es el lugar donde debemos de adorarlo”- Jesús le contestó:

-“Créeme mujer, que llega la hora en que ustedes adorarán al Padre sin tener que venir a este monte, ni ir a Jerusalén. Ustedes no saben a quien adoran; pero nosotros sabemos a quien adoramos, pues la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre, lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios, pues el Padre quiere que así lo hagan los que lo adoran. Dios es espíritu y los que lo adoran deben de hacerlo de un modo verdadero, conforma al Espíritu de Dios”- entonces la mujer le dijo:

-“Yo sé que va a venir el Mesías, es decir Cristo y cuándo Él venga, nos lo explicará todo”- Jesús le dijo:

-“Ese soy yo, el que habla contigo”-

En eso llegaron sus discípulos y se quedaron extrañados de que Jesús estuviera hablando con una mujer. Pero ninguno se atrevió a preguntarle, que quería o de que estaban conversando. La mujer dejó su cántaro y se fue al pueblos donde dijo a la gente:

-“Vengan a a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Mesías?”-

Entonces salieron del pueblo y fueron adonde estaba Jesús. Mientras tanto, los discípulos le rogaban:

-“Maestro, come algo”- pero Él les dijo:

-“Yo tengo algo que comer, que ustedes no conocen”-

Los discípulos comenzaron a preguntarse unos a otros:

-“¿Será que le habrán traído algo de comer?”- pero Jesús les dijo:

-“Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo. Ustedes dicen:

-“todavía faltan cuatro meses para la cosecha”- pero yo les digo que se fijen en los sembrados, pues ya están maduros para la cosecha.

-“El que trabaja en la cosecha, recibe su paga, y la cosecha que recoge es para vida eterna, para que tanto, el que siembra como el que recoge se alegren juntamente. Porque este dicho es verdadero. Uno es el que siembra y otro el que cosecha. Yo los envío a ustedes a cosechar algo que no les había costado ningún trabajo, otros fueron los que trabajaron y ustedes son los que se beneficiaron con el trabajo de ellos”-

Mucho de los habitantes de aquel pueblo de Samaria creyeron en Jesús por lo que les había asegurado la mujer.

LA SEÑAL DE LA CRUZ

¿POR QUÉ HACEMOS LA SEÑAL DE LA CRUZ?

Espero que esto les interese, muchos nos persignamos y no sabemos porqué, aunque si sepamos el "para qué" y lo hacemos generalmente de una forma "mecánica" y sin darle la importancia que merece. Por si no estabas enterado, he aquí una breve explicación.-Saludos...


         LA SEÑAL DE LA CRUZ 
                         


                   
   ¿SABIAS EL SIGNIFICADO DE LA SEÑAL DE LA CRUZ?

Es precioso por su historia, por su significado y por su poder. Es la señal de mi fe; muestra quién soy y lo que creo. Es el resumen del Credo. Es la señal de mi agradecimiento.

Tengo que hacer con amor y emoción este gesto que me recuerda que Jesús ha muerto por mí. Es la señal de mi intención de obrar, no para la Tierra, sino para el Cielo.

Al hacerla, y pronunciando estas misteriosas palabras "EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO" me comprometo a obrar:
                 
*en el nombre del Padre que me ha creado,

*en el nombre del Hijo que me ha redimido,

*en el nombre del Espíritu Santo que me santifica.

En una palabra: a actuar como hija o hijo de Dios. Este signo es la señal de la consagración de toda mi persona.

Al tocar mi frente: ofrezco a Dios todos mis pensamientos. Al tocar mi pecho: consagro a Dios todos los sentimientos de mi corazón. Al tocar mi hombro izquierdo: le entrego todas mis penas y preocupaciones. Al tocar mi hombro derecho: le consagro mis acciones.

La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias. Debo considerarla como la mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes. Es una bendición.

Si me emociona ser bendecido por el Papa, por un Obispo, ¡Cuánto más ser bendecida por el mismo Dios!. Señor, concédeme la gracia de hacer de mi señal de la cruz un "Heme aquí" motivador para la oración, para la acción, para mi día entero; así como una poderosa llamada de las bendiciones del cielo sobre mí.- Amén

miércoles, 16 de julio de 2014

LA CONVERSIÓN DE SAULO



Mientras tanto, Saulo no dejaba de amenazar de muerte a los creyentes del Señor. Por eso, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de autorización para ir a las sinagogas de Damasco, a buscar a los que seguían el Nuevo Camino, tanto hombres como mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén. Pero cuando se encontraba cerca de la ciudad de Damasco, una luz que venía del cielo brillo de repente a su alrededor. Saulo cayó al suelo y oyó una voz que le decía:

-“Saulo, Saulo ¿Porqué me persigues”-

Saulo pregunto: -“¿Quién eres, Señor?”-

La voz le contestó: -“Yo soy Jesús, el mismo a quien estás persiguiendo. Levántate y entra en la ciudad, allí te dirán lo que debes de hacer”-

Los que viajaban con Saulo estaban muy asustados, porque habían escuchado la voz pero no habían a nadie.

Luego, Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber nada.

En Damasco vivía un creyente que se llamaba Ananías, a quien el Señor se le presentó en una visión y le dijo:

-“Ananías”- Él le contestó: -“Aquí estoy Señor”-

El Señor le dijo: -“Levántate y vete a la calle llamada Derecha y en la casa de Judas pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo. Está orando”- Ananías entra en esa casa y pone sus manos sobre él para que pueda ver de nuevo.

Al oír esto, Ananías dijo: -“Señor muchos ma han hablado de ese hombre y de todos los males que ha causado en Jerusalén a tu pueblo santo. Y ahora ha venido aquí, con autorización de los jefes de los sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre”-

Pero el Señor le dijo: -“Ve, porque he escogido a ese hombre para que hable de Mí a la gente de otras naciones y a sus reyes y también a los israelitas. Yo le mostraré lo mucho que tiene que sufrir por mi causa”-

Ananías fue a la casa donde estaba Saulo. Al entrar, puso sus manos sobre él, y le dijo:

-“Hermano Saulo, el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, me ha mandado, para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo”-

Al momento cayeron de los ojos de Saulo, una especie de escamas y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado. Después comió y recuperó las fuerzas y se quedó algunos días  con los creyentes que vivían en Damasco.

Luego Saulo, comenzó a proclamar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo oían se quedaban asombrados y decía:

-“¿No es este el que andaba persiguiendo en Jerusalén a los que invocan el nombre de Jesús? ¿No es el mismo que también vino aquí para arrestarlos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?”-

Pero Saulo hablaba cada vez con más valor y dejaba confundido a los judíos que vivían en Damasco, demostrando que Jesús es el Mesías.

sábado, 12 de julio de 2014

EL NACIMIENTO DE JESÚS



El nacimiento de Jesús fue así:

María su madre estaba comprometida para casarse con José. Pero antes de que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:

-“José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que va a tener es del Espíritu Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así, porque salvará a su pueblo de sus pecados”-

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:
-“La virgen quedará encinta y tendrá un hijo al que pondrán por nombre Emanuel, que significa Dios con nosotros”-

Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Este primer censo fue hecho Cirenio gobernador de Siria. Todos tenían que ir a su propio pueblo.

Por esto, José salió del pueblo de Nazaret de la región de Galilea y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David.

Fue allá a inscribirse, junto con María que estaba comprometida para casarse con él y se encontraba encinta. Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y ahí nació su primer hijo y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón.

Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos y tuvieron mucho miedo, pero el ángel les dijo:

-“No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será de gran alegría para todos. Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo”-

En aquel momento aparecieron junto al ángel muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:

-“Gloria a Dios en las alturas, paz en la tierra, entre los hombres que gozan de su favor”-

Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse unos a otros:

-“Vamos pues a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado”-

Fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en un establo. Cuando lo vieron se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño y todos los que oyeron se admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón y lo tenía muy presente. Los pastores por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho. 

LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO



A los ocho días circuncidaron al niño y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre que el ángel le había dicho a María antes de que estuviera encinta.

Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según las ceremonias de la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentárselo al Señor.

Lo hicieron así, porque en la ley del Señor está escrito:

-“Todo primer hijo varón será consagrado al Señor”-

Fueron pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma.

En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que adoraba a Dios y esperaba la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor enviaría. Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño lo llevaron también a él, para cumplir con lo que la ley ordenaba.

Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo:

-“Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque ya he visto la salvación que has comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos, la luz que alumbrará a las naciones y que será la honra de tu pueblo Israel”-

El padre y la madre de Jesús se quedaron admirados al oír lo que Simeón decía del niño. Entonces Simeón les dio su bendición, y le dijo a María, la madre de Jesús:

-“Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser como una espada que atraviese tu propia alma”-

También estaba allí una mujer llamada Ana, que hablaba en nombre de Dios y que era hija de Fanuel de la tribu de Aser.

Era muy anciana. Se casó siendo muy joven y había vivido con su marido siete años, hacía ochenta y cuatro que se había quedado viuda, nunca salía del templo, sino que servía allí, día y noche al Señor, con ayunos y oraciones. Ana se presentó en aquel mismo momento y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.

viernes, 11 de julio de 2014

EL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO



Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así cuando Jesús cumplió doce años fuero allá todos ellos, como era costumbre en esa fiesta.

Pero cuando pasados aquellos días, volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta.

Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego al buscarlo entre los parientes y conocidos no lo encontraron.

Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí.

Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándole y haciéndoles preguntas.

Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorprendieron y su madre le dijo:

-“Hijo mío, ¿Porqué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.

Jesús les contesto:

-“¿Porqué me buscaban? ¿No saben que debo estar en la casa de mi Padre?”-

Pero ellos no entendieron lo que les decía.

Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón. Y Jesús seguía creciendo en cuerpo y mente, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.  

EL BAUTIZO DE JESÚS



Por aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea. En su proclamación decía:

-“Vuélvanse a Dios, porque el reino del Señor está cerca”-

Juan era aquel de quien el profeta Isaías había escrito:

-“Una voz grita en el desierto, preparen el camino del Señor. Ábranle un camino recto”-

La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello y se la sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero. Su comida era langostas y miel del monte. La gente de Jerusalén y todos los de la región de Judea y de la región cercana del Jordán salían a oírle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.

Pero cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos iban a buscarlo para que los bautizara, les dijo:

-“Raza de víboras, ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor y no presuman diciéndose a sí mismos: ´Nosotros somos descendientes de Abraham´ el hacha ya está lista para cortar los árboles de raíz. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego. Yo en verdad, los bautizo con agua para invitarlos que se vuelvan a Dios, pero el que viene después de mí, los bautizara con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Trae su pala en la mano y limpiará el trigo y lo separará de la paja. Guardará su trigo en el granero, pero quemará la paja en un fuego que nunca se apagará”-

Jesús fue de Galilea al río Jordán donde estaba Juan, para que éste lo bautizara. Al principio Juan quería impedírselo, y le dijo:

-“Yo debería de ser bautizado por ti ¿Y tu vienes a mí?”-

Jesús le contestó:

-“Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos con todo lo que Dios ha ordenado”-

Entonces Juan consintió. En cuanto Jesús fue bautizado, salió del agua. De pronto el cielo se abrió y Jesús vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre Él en forma de una paloma. Se escuchó una voz que salía del cielo que decía:

-“Éste es mi hijo amado, a quien he elegido”-

jueves, 10 de julio de 2014

EL BUEN PASTOR



Entonces Jesús dijo:

-“Les aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino se mete por otro lado, es ladrón y bandido. Pero el que entra por la puerta es el pastor que cuida las ovejas. El portero le abre la puerta y el pastor llama a cada oveja por su nombre y las ovejas reconocen su voz. Él las saca del redil y cuando ya han salido todas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. En cambio no siguen a un desconocido, sino huyen de él, porque no conocen la voz de los desconocidos”-

Jesús les puso ésta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir.

Jesús volvió a decirles:

-“Esto les aseguro, Yo soy la puerta por donde pasan las ovejas. Todos los que vinieron antes de mi, fueron unos ladrones y bandidos; pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que por mi entre, será salvo. Será como una oveja que entra y sale y encuentra pastos. El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir, pero Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas, pero el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga y no las ovejas”-

-“Yo soy el buen pastor. Así como el Padre me conoce a mí y yoconozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán y habrá un solo rebaño y un solo pastor”-

miércoles, 9 de julio de 2014

DEJEN QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI



Llevaron unos niños a Jesús para que los tocara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. Jesús viendo esto, se enojó y les dijo:

-“Dejen que los niños vengan a Mí, y no se los impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él”-

Y tomó en sus brazos a los niños y los bendijo, poniendo las manos sobre ellos. Luego se fue de aquel lugar.

JESÚS LLAMA A CUATRO PESCADORES



Después de que metieron a Juan en la cárcel, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios, decía:

-“Ha llegado el tiempo y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios”-

Jesús iba caminando por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al agua. Jesús les dijo:

-“Síganme y Yo haré que ustedes sean pescadores de hombres”-

Al momento dejaron la red y se fueron con Él.

Un poco más adelante, Jesús vio a Santiago y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca arreglando las redes. En seguida los llamó y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con sus ayudantes y se fueron con Jesús.

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA



Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo y se hablaba de Él por  toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar y todos le alababan.

Jesús fue a Nazaret, el pueblo donde se había criado. En el día del reposo dentro en la sinagoga, como era su costumbre y se puso de pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha consagrado para llevar la buena nueva a los pobres, me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos; anunciar el año favorable del Señor”

Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí, seguían mirándole. Él comenzó a hablar diciendo:

-“Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes”-

Todos hablaban bien de Jesús y estaban admirados de las cosas tan bellas que decía, se preguntaban:

-“¿No es éste el hijo de José?”-

Jesús les respondió:

-“Seguramente ustedes me dirán este refrán: ´Médico, cúrate a ti mismo´ y además me dirán: ´Lo que oímos lo hiciste en Capernaum, hazlo también aquí en tu propia tierra´”

Y siguió diciendo:

-“Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. Verdaderamente había muchas viudas en Israel en tiempos del profeta Elías, cuando no llovió durante tres años y medio y hubo mucha hambre en todo el país, pero Elías no fue enviado a ninguna de las viudas israelitas, sino a una de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón. También había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero no fue sanado ninguno de ellos, sino Naamán que era de Siria”-

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho. Se levantaron y echaron del pueblo a Jesús, llevándolo a lo alto del monte sobre el cual el pueblo estaba construido, parra arrojarlo abajo desde allí. Pero Jesús pasó por en medio de ellos y se fue.