sábado, 31 de enero de 2015

¿PORQUÉ TIENEN MIEDO? ¿COMO? NO TIENEN FE



Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»

Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»

Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?»

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha nuestra falta de fe. Lo contrario de la fe y del amor no es el odio, sino nuestra cobardía.

“Jesús, tengo fe pero dudo, ayuda a mi pobre fe”

Jesús no nos deja de la mano, pero a veces parece que está dormido. Esto nos hace ser más fuertes, nos provoca para que andemos por nosotros mismos a la luz de la fe. Si no sentimos consuelo en la oración creemos que Dios está lejos de nosotros y nos echamos atrás. Sin embargo, Jesús es nuestro tesoro, y los tesoros están ocultos. Hay que pasar por los desiertos de la sequedad y monotonía en la oración. Hay que ser valientes en esas noches en las que no vemos ni sentimos nada. Muchos se desesperan y se cansan. Los valientes llegan hasta el final y Dios premia sus ansias y su amor, su fidelidad.

¿Me canso en la oración y creo que en vez de caminar hacia Dios estoy retrocediendo? Si es así es que vas en la barca con Jesús, que no tenga que reprochar nuestra cobardía. Da gracias porque viene con nosotros en medio de la tempestad y de la noche.

Señor, tanto si me respondes como si no, quiero seguir invocándote, invocándote sin cesar, bajo las bóvedas de la asidua oración.

Tanto si vienes como si no vienes, quiero seguir confiando en Ti: sabiendo que entras en mi interior a poco que abra el corazón a ti y al hermano.

Tanto si me hablas como si no,  no permitas que me canse de invocarte.

Aunque no me des la respuesta que espero, que no dude de que, de un modo u otro, discretamente, te dirigirás a mí…

En la oscuridad de mis oraciones más profundas, sé que estás cerca, aunque no te sienta.

En medio de la danza de la vida, de la enfermedad y de la muerte, ayúdame a invocarte sin descanso,  sin caer en la desconfianza por tu aparente silencio.

Dame una fe recia para esperar tu palabra, tu presencia, tu paz.

jueves, 29 de enero de 2015

AL QUE TIENE, SE LE DARÁ



Jesús decía a la multitud:

«¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!»

Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Quien acoge su Palabra se convierte en luz para los demás. ¿Qué podrían decir los demás de mi testimonio? ¿Salgo de casa y hago algo por los demás o vivo mi cristianismo en privado, ayudando sólo a los de casa y ocultando la luz que he recibido?

Nos pusiste, Señor, en esta tierra como luz, como hoguera abrasadora, a nosotros que apenas mantenemos encendida la fe de nuestras almas.

Nos dejaste, Señor, como testigos, como anuncio brillante entre las gentes, a nosotros, tus amigos vacilantes.

No te oirán si nosotros nos callamos, si tus hijos te apartan de sus labios.

No verán el fulgor de tu presencia si tus fieles te ocultan con sus obras.

¡Ay de aquel que no siembre a manos llenas, el que guarda en su pecho tus regalos, el que deja a los ciegos con su noche y no da de comer a los hambrientos!

¡Ay de aquel que no grita tu evangelio, el que calla detrás de sus temores, los que buscan tan solo los negocios olvidando dar la vida a tu mensaje!

Fortalece, Señor, nuestra flaqueza.

Que tus siervos anuncien tu palabra.

Que resuene tu voz en nuestra boca.

Que tu luz resplandezca en nuestras vidas.

Tú serás fortaleza de tu pueblo, la victoria del hombre desvalido.

Con tu ayuda serán irresistibles tus testigos dispersos por la tierra.

«La medida que uséis la usarán con vosotros»: ¿cómo te gustaría que te trataran? El testimonio ha de ser respetuoso y ha de hablar a todos de la misericordia de Dios. Esta es la Buena Noticia del Evangelio: Dios no ha venido a juzgar el mundo, sino a perdonarlo, a amarlo profundamente con entrañas de misericordia. ¿Eres testigo del amor de Dios a todos? ¿Te gustaría que usaran contigo la medida de la misericordia o la crítica y el desamor?

miércoles, 28 de enero de 2015

SEÑOR, QUIERO SER TIERRA BUENA PARA TU SEMILLA



Jesús comenzó a enseñar a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:

«¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno».

Y decía: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»

 Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de Él junto con los Doce le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: «A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón».

Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?

El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.

Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.

Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.

Y los que reciben la semilla en tierra buena son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿Soy yo tierra buena en la que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra da siempre frutos.

“Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero” 
                       
Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?

Jesús garantiza el éxito: al final el Reino dará el ciento por uno. ¿Siembro con alegría y optimismo? ¿Hablo de Dios sin complejos, como quien ha descubierto un tesoro y da una buena noticia?

“Dime Jesús, ¿qué debo cambiar en mi vida?”
“¿Cómo te puedo ayudar a sembrar?

Señor, Jesús, Tú eres el sembrador.

Y yo la tierra en la que esparces la semilla de tu Palabra.

Gracias, Señor, por “perder tu tiempo” conmigo; gracias por darme la oportunidad de acoger tu semilla, de ser feliz, dando fruto abundante.

No permitas que mi corazón se endurezca, como un camino.

No dejes que la vida me petrifique, Señor.

Que no me gane la partida la desconfianza y el escepticismo.

Señor, en ocasiones soy como terreno pedregoso, acojo con ilusión tu Palabra, pero no soy constante.

Me gusta probarlo todo, pero no doy la vida por nada.

Ayúdame a sacar las piedras de mi corazón, para ser tierra buena, con hondura, que dé fruto.

Señor, te doy gracias, por ser tierra buena, tierra que sería fecunda... si no estuviera llena de espinas.

Acojo la semilla de tu Palabra en un rincón del corazón, pero a veces recibo y dedico más tiempo a otras plantas que asfixian los brotes que nacen de tu semilla.
Señor, dame valor para renunciar a todo lo que me separe de Ti.

Señor, gracias por todas las personas que son buena tierra, en las que tu palabra crece y fructifica, ahonda y se multiplica.

Gracias por los santos, que producen el ciento por uno.

Gracias porque también yo, con tu ayuda, doy fruto abundante, frutos de ternura y solidaridad, de justicia y paz.

Señor, gracias por elegirme para ser sembrador.

Gracias por enseñarme que, a pesar de los obstáculos, todas las semillas, tarde o temprano, producen su fruto.

Ayúdame a sembrar con una mano y ayudar, con la otra, a que las tierras se conviertan en fecundas.

Dame generosidad para ser como el grano de trigo, dispuesto a enterrarse y a morir, para que la tierra del mundo dé los mejores frutos. Amén.

martes, 27 de enero de 2015

AFUERA ESTÁN TU MADRE Y TUS HERMANOS



Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar.
La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera».
Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi .hermana y mi madre».

Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

También yo estoy en ese grupo de personas que escuchaban a Jesús. Él me mira y me dice: ¿Quienes son mi madre y mis hermanos? Todo el que hace la voluntad de Dios.

Yo soy de la familia de Jesús, no soy ajeno a él. Para Jesús soy alguien entrañable, de la familia. Escucho con el corazón estas palabras de Jesús ¿qué siento? ¿qué le digo?

¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? ¿Hasta donde llega nuestro amor? ¿Se cierra en los muros de la familia, de los amigos, de los que son y piensan como yo?
   
"Dame Señor una mirada y un corazón abiertos"

"No permitas que me encierre en mi, en los míos"

No es suficiente con ser de la familia de sangre de Jesús, tampoco se trata sólo de pertenecer al grupo que lo acompaña. Se trata de cumplir la voluntad de Dios. Por eso, podemos decir que María es madre de Jesús por doble motivo: porque lo dio a luz y porque ninguna criatura cumplió la voluntad de Dios como ella.

"María enséñanos a cumplir la voluntad de Dios"

Señor, has dicho: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.

Gracias por considerarnos miembros de tu familia, porque quieres ser nuestro hermano, por darnos como madre a María.

Gracias por ser de la familia de San Francisco, Santa Teresa, la madre Teresa de Calcuta y el arzobispo Romero.

Gracias por ser de la familia de todas las personas que hoy han comenzado a trabajar por sus hijos, por su barrio, por su comunidad, por la gente más necesitada.

Dame unos oídos bien abiertos para escuchar tu palabra en la Biblia, en la conciencia, en los pobres... y una voluntad decidida para ponerla por obra.

sábado, 24 de enero de 2015

DECÍAN QUE JESÚS ERA UN EXALTADO



Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

¿Qué verían todas aquellas multitudes que iban detrás de  Jesús, a donde quiera que fuera? Nos lo podemos imaginar. Su vida era coherente, sus palabras verdaderas, su amor a prueba de cruz...

La Madre Teresa de Calcuta, Monseñor Oscar A. Romero, el mismo Papa Francisco... y muchas personas siguen despertando la admiración de multitudes.

Es verdad que todos no tenemos los mismos dones, pero como cristianos, nos tenemos que preguntar: ¿qué sentimientos despierta nuestra vida en los que nos rodean? ¿En que se nos nota que somos cristianos? ¿qué testimonio estamos dando?

"Señor, gracias por las personas que me han animado a seguirte"

"Perdona y cura nuestra falta de testimonio"

"Danos fuerza para ser hacer presente tu amor entregado"

Sin embargo, la familia, seguramente con la mejor intención, acude para llevarse a este hijo pródigo. No se dejan impresionar por Jesús. Quizá les pasa lo que a nosotros: nos impresionan los desconocidos, no valoramos al que tenemos cerca. Y cuando conocemos a una persona impresionante, conforme pasa el tiempo, la pesadez de la rutina va menguando la admiración del principio.

"Que no nos acostumbremos nunca a tu amor, a tu entrega"

"Ayúdanos a valorar el testimonio cotidiano de los que nos rodean"

"Perdona y cura nuestra falta de sensibilidad".

¡Oh, Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.

Danos locos, chiflados, apasionados, personas capaces de dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza; danos locos, que no utilicen sus capacidades en su provecho.

Danos locos, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes de los que sufren, amantes de la paz, puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier tarea, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, dulces y fuertes.

Danos locos, Señor, danos locos, y contágiame tu locura.