miércoles, 21 de enero de 2015

VEN Y COLOCATE AQUÍ DELANTE



Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo sanaba en sábado, con el fin de acusarlo.

Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante».

Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?»

Pero ellos callaron.

Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana.

Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con Él.

Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


No les importaba si Jesús hacía el bien o el mal. No se maravillaban ante el milagro de la curación. Están ciegos, tienen el corazón más paralizado que el brazo del hombre enfermo.

"Jesús perdona y cura nuestras cerrazones"

"No nos dejes ser retorcidos. Haznos abiertos a la verdad".


Despierten, abran los ojos, se acerca vuestra liberación.

Despierten, abran bien los ojos.

Despierten de los sueños y abran los ojos hacia el futuro.

Despierten y déjense mirar por unos ojos que ven en ti mucho más dentro de lo que ven los demás y de lo que nosotros vemos de nosotros mismos.


Despierta y déjate mirar por alguien que no se fija en nuestros defectos ni en nuestras incapacidades.

Abre los ojos y déjate mirar por este niño que ve todas las posibilidades escondidas en nosotros.

ÉL las ha puesto en cada uno, en cada una.

Despierten y abran unos ojos capaces de transmitir que el cambio es posible, e incapaces de condenar, de reprochar y de acusar.


Despierten, abran los ojos tentados de poseer, de juzgar y saber.

Quiten las escamas y las legañas de las desconfianzas los recelos y las sospechas, los temores y las suspicacias

Despierten, abran los ojos.

Se acerca vuestra salvación, aquí ya en esta tierra poblada de aullidos, de guerras, de integrismos y suicidios.


Despierten, abran los ojos como lugar de admiración de ternura, de compasión, de disculpa, de comprensión, de compasión y no como lugares de negatividad, dureza, posesión, superficialidad, indiferencia y prejuicios.


Se acerca nuestra salvación, está aquí ya , entre nosotros.

La salvación es posible, es real.

Aquí en esta tierra, en tu corazón. Amén.


Jesús quedó dolido por la obstinación. Jesús pudo curar la parálisis del brazo, pero no pudo curar la dureza de corazón de los que buscaban acusarle. Para que Jesús nos pueda curar, necesita nuestra fe.

"Señor, ayúdanos a descubrir nuestras obstinaciones"

"Señor, haznos pacientes, como tú, con los obstinados"

Jesús cura la parálisis del brazo de aquel hombre. Y quiere curar las tuyas. ¿Qué parálisis reconozco en mí? Se las cuento al Señor. Pido la curación. Doy gracias por las curaciones ya recibidas.

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