sábado, 28 de febrero de 2015

SEAN PERFECTOS, COMO DIOS ES PERFECTO



Jesús dijo a sus discípulos:

Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.

Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?

Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Este evangelio nos dice: “sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. En otras páginas de la Biblia leemos: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” y “sed santos como vuestro Padre es santo”. Parece claro que para Dios ser santos, ser perfectos y ser misericordiosos es la misma cosa.

“Miseri-cor-dia” = “miserables-corazón-dar”, significa dar el corazón a los miserables, a los pobres, a los que no pueden o no quieren devolveros el favor. Dios es misericordioso porque nos ha dado su corazón, su amor, a nosotros, que nunca podremos devolverle ni una centésima parte.

En esta Cuaresma, ¿a que “indeseable” tengo que amar, por que “enemigo” tengo que rezar, a que “insociable” tengo que saludar? Quizá si le amamos, si rezamos por él, si le saludamos... descubrimos que no es ni tan indeseable, ni tan enemigo, ni tan insociable.

Padre bueno, que nos descubriste mediante tu Hijo, la alegría del perdón, la valentía del amor al enemigo, el imperativo de "no juzgar", te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro, como haremos nosotros con las nuestras.
Así conseguiremos un libro blanco y limpio, dispuesto para los mensajes de alegría de bondad, de fraternidad, de amor.

Haznos sentir el perdón como un tesoro recibido de ti y generador de convivencia pacifica, hasta tal punto que no necesitemos volver a reclamar, porque todos los rencores quedarán ahogados.

Tú, que nos conoces por dentro y que podrías llenar mil páginas con los fallos de nuestra biografía personal pero prefieres la indulgencia, haznos capaces de imitarte en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.

Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo y Señor nuestro.

Amén

viernes, 27 de febrero de 2015

NO TE IRRITES CONTRA TU HERMANO



Jesús dijo a sus discípulos:

Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: "No matarás", y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. y todo aquél que lo insulta, merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice, merece el infierno.

Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

A veces oímos o decimos: “yo ni mato, ni robo”. Sin embargo, nos cuesta muy poco criticar, insultar, hablar mal... Y, aunque nos parezcan inocentes nuestros comentarios, a veces herimos, herimos mucho.

“Señor, perdona nuestras críticas ácidas”

“Danos un corazón sensible y una palabra delicada”

“Gracias por las personas que tienen un corazón bueno”

No es compatible el amor a Dios y el odio al hermano, aunque nos haya hecho mucho daño. No es compatible. Quizá anide en nuestro corazón algún resentimiento, algún rencor, algún deseo de venganza. Pongamos todo en manos de Dios, para que la oración y las penitencias de la Cuaresma nos conduzcan a la reconciliación y la paz de la Pascua,


Te damos gracias, Dios nuestro y Padre todopoderoso, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, y te alabamos por la obra admirable de la redención.

Pues, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias, tú diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación.

Tu Espíritu mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión.

Con tu acción eficaz puedes conseguir que la violencia se apacigüe y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza.
Por eso, debemos darte gracias continuamente,

A ti, Padre, que gobiernas el universo, te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo, que ha venido en tu nombre.

Él es la palabra que nos salva, la mano que tiendes a los pecadores, el camino que nos conduce a la paz.

Dios y Padre nuestro, nos habíamos apartado de ti y nos has reconciliado por tu Hijo, a quien entregaste a la muerte para que nos convirtiéramos a tu amor y nos amáramos unos a otros.

Concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz.

Que este Espíritu, vínculo de amor, nos guarde en comunión con el Papa, con nuestro Obispo, con los demás Obispos y todo tu pueblo santo.

Así como nos reúnes en la Eucaristía, en torno a la mesa de tu Hijo, unidos con María, la Virgen Madre de Dios, y con todos los santos, reúne también a los hombres y mujeres, de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz. Por Cristo, Señor nuestro. Plegaria eucarística sobre la reconciliación.

AMÉN

jueves, 26 de febrero de 2015

PIDAN, Y SE LES DARÁ



Jesús dijo a sus discípulos:

Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el Cielo dará cosas buenas a aquéllos que se las pidan!

Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Dios pide nuestra conversión, mejor dicho, Dios pide que nos dejemos reconciliar por Él. La conversión, antes que un esfuerzo de nuestra parte es un don de Dios, un don que tenemos que acoger. Y lo acogemos en la medida en que lo pedimos.

“Señor, concédenos el don de la conversión”

Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo, presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo... Cuando pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad nuestra petición.

Señor, es justo y necesario pedir y darte gracias siempre y en todo lugar, en la alegría y la tristeza, en la calle y en el monte, en casa y en la iglesia…

Señor, aunque no precisas nuestra oración para bendecirnos, nosotros necesitamos rezar para abrir el corazón y recibir tus dones, para sentir tu cercanía, tu ternura, tu amor, tu fuerza… y Tú, como buen padre, acoges nuestra pobreza y nuestro cariño.

Gracias, Señor, porque tú inspiras nuestra oración y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, para poder vivir más felices, como buenos hijos tuyos y hermanos de todas las personas.

Amén

miércoles, 25 de febrero de 2015

EL HIJO DEL HOMBRE, SERÁ UN SIGNO PARA ESTA GENERACIÓN



Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Nos cuesta convertirnos de verdad al Señor. Y ponemos excusas y justificaciones, algunas realmente buenas; pero excusas, al fin y al cabo: “Si Dios me diese una prueba de su existencia”, “Si Dios cambiara mi forma de ser”, “Si viera un milagro”. ¡En qué aprieto nos pondría Dios si convirtiera una tinaja de agua en vino! Algo tendríamos que inventar.

Sin embargo, hay personas que se conforman con menos. Los ciudadanos de Nínive se convierten por la predicación de Jonás, y la reina del Sur al escuchar la sabiduría de Salomón.

Si hiciéramos más a menudo memoria de todas las maravillas que Dios ha hecho en nosotros, pediríamos menos signos, seríamos más agradecidos, crecería nuestra esperanza y viviríamos más felices.

“Danos Señor un corazón y unos ojos nuevos para descubrir y agradecer las maravillas que haces en los corazones de las personas y en la historia de mundo.

Y danos la fuerza de tu Espíritu para que no pase esta Cuaresma sin habernos convertido un poco más a Ti”

Yo se que me quieres, Señor, porque eres bueno.

Porque tienes un corazón sensible, perdóname; limpia mi vida de todos mis pecados y de mis continuas caídas, levántame.

Que alegría tan grande saber que eres mi Padre, y que juzgas a todos con misericordia.

Dame tu abrazo de perdón y tu amor cambiará mi corazón, sé mi amigo y caminaré siempre en tu presencia.

Devuélveme el gozo y la alegría, que toda mi vida salte de gozo.

Somos amigos: olvida el mal que hice, ayúdame con tu amistad a renovarme
y haz que nunca más me separe de Ti.

Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro, y que una voluntad firme crezca en mí.

Quiero ver tu rostro alegre a mi lado, y que tu fuerza me acompañe siempre, Señor.

Dame alegría de tu salvación y un corazón generoso para amarte toda la vida.

Les diré a mis amigos que tus caminos son formidables, y a los que pecan sin conocerte, lo bueno que Tú eres.

Dame vida, pues yo amo el vivir, Tú que eres el Dios de la Vida, y con ella diré a las gentes que contigo todo es posible.

Abre mi corazón y mis labios para decirte cuánto te quiero.

Ya sé que no te contentas con poco y que no quieres de mí palabras vacías.

Lo que me pides es un corazón arrepentido; un corazón sincero y noble es lo que quieres.

Sé bueno conmigo y con los otros y fortalece nuestras vidas indefensas.

A Tí te ofrecemos nuestra vida cada día, todo lo que somos y tenemos, todo es tuyo.

Devuélvenos, te lo pedimos, el gozo y la alegría, y toda nuestra vida salte hoy en fiesta.

Somos amigos: olvida el mal que hemos hecho y ayúdanos con tu amistad a convertirnos.

AMEN

martes, 24 de febrero de 2015

PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN LOS CIELOS



Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

El Evangelio y la liturgia son buenos maestros. El Evangelio de ayer nos hablaba de compromiso con los pobres; y el de hoy del Padre Nuestro. No podemos separar lo que Dios ha unido: acción y oración. Para que toda la vida sea oración, ha de haber momentos dedicados sólo a la oración. Y la oración auténtica se verifica en el amor comprometido por los hermanos.

“Haznos Señor contemplativos en el trabajo de cada día”

“Que cuando rece, huya del ruido, no de las personas”

Reza con el Padre Nuestro. Ve repitiendo cada palabra. Piensa con qué sentimientos las pronunciaría Jesús... Él reza contigo, más aún, tú rezas en Él, tú te unes a esa oración constante de Jesús con su Padre, con nuestro Padre.

¡Padre nuestro! Estoy tan acostumbrado a decirte “Padre”, que casi lo hago sin darme cuenta.

Sin embargo... cuando lo pienso más en serio, tiemblo un poco.

Porque si eres mi Padre, yo soy tu hijo... Y el hijo tiene la carne y la sangre del padre.

Hoy te pido, Padre mío y Padre de tantos otros hijos, de tantos hermanos míos, que jamás deje de llamarte así, que jamás deje de ser el que engendraste para que te ame y para ser amado por Ti.

¡Padre nuestro! ¡Padre de Cristo! Que nunca deje de recordar la misericordia que nos mostraste en Jesús.

No permitas que abandone nunca tu casa.

Si estoy lejos de ella, por tantas locuras, por tantas maldades, por tantas tonterías,
dame fuerzas para volver ahora mismo:

¡Tú me amas y eres más grande que todos mis pecados juntos!

Y si me das la gracia de vivir siempre en tu casa, disfrutando de todo lo tuyo, dame generosidad para compartir todo lo mío; dame humildad para comprender a mis hermanos y recibirlos en nuestra casa siempre, como Tú los recibes.

¡Así sea!