jueves, 19 de febrero de 2015

EN ESTA CUARESMA, TOMÉN SU CRUZ Y SÍGANME



Jesús dijo a sus discípulos:

«El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».

Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.

Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo?»

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

El verbo triunfar no existe en el Evangelio. Jesús no recorre un camino de éxito humano, si no un camino de rechazo, de sufrimiento, de muerte. Y nos invita a seguirlo, a caminar a su lado: “en pos de mi”.
           
Jesús no es un masoquista, no busca el sufrimiento, no se fabrica la cruz ni se la pone encima. Jesús asume la cruz que le toca desde la experiencia del amor del Padre.
           
Jesús no nos invita a sufrir, nos invita a seguirlo, y para ello hay que cargar con nuestra cruz, no con la que me gustaría o la que masoquistamente me fabrico, sino con la que me toca.

Ese camino de seguimiento pasa por el dolor pero lleva a la Vida que no se acaba, a la felicidad auténtica, profunda y verdadera; ese camino me lleva a ganarme a mi mismo a ser y a vivir como Hijo de Dios.
           
¿Cuál es en esta cuaresma mi verdadera cruz?

¿Con qué actitudes la asumo y la llevo?

¿Me siento acompañado y sostenido por Jesús y unido a las demás personas con sus cruces? 

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