martes, 17 de febrero de 2015

¿PORQUÉ PEDIR UN SIGNO?



Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. 

Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo».

Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Jesús curaba ciegos, rengos, mudos... Jesús da de comer a miles de personas con unos pocos panes... Jesús espabila la esperanza de los tristes, levanta a los que se caen... Sin embargo para los fariseos no es suficiente. Por eso, piden a Jesús un signo del cielo. 

A veces también nosotros somos así. Hemos visto la luz de Dios en algunos momentos, hemos sentido su amor en nuestro corazón... Pero no nos basta. Y estamos pidiendo continuamente a Dios que se nos manifieste, que nos de pruebas de su existencia, de su cercanía, de la vocación a la que nos llama...

Bajo las olas agitadas del odio, ¡cuánta bondad, Señor, y cuánto amor hay en nuestro mundo!

El bien queda oculto a las miradas superficiales y sólo se descubre con los ojos del corazón.

Hay que sanar el corazón para poder contemplar las maravillas del Espíritu.

Sorprender al pobre que da a otro pobre la moneda que él necesitaba para vivir; encontrar a la mujer que ya ha perdonado a quien acaba de asesinar a su hijo; conocer al apóstol que deja a su padre y a su madre, que abandona su casa, su lengua, su cultura, su país y marcha para siempre a anunciar la Buena Nueva a los pobres.

Señor, ilumina los ojos de nuestro espíritu, descúbrenos las maravillas que realizas continuamente en nosotros y enséñanos a cantar el magníficat de acción de gracias para alabanza de tu gloria.

Amén.

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