lunes, 9 de febrero de 2015

SEÑOR, DÉJAME IR CONTIGO



Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí.

Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que Él estaba. 

En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Jesús y sus discípulos llegaron  Genesaret. No esperan a que los demás se acerquen.
   
"Señor, gracias por salir a mi encuentro"

"Ayúdame a salir al encuentro del que me necesita"

Jesús tenía "debilidad" por los enfermos. Conocía sus sufrimientos, los del cuerpo y los del alma. Sabía de sus soledades. Y nosotros ¿cómo tratamos a los enfermos? ¿Qué tiempo les dedicamos? ¿Qué te dice el Señor? ¿qué le dices?

En este evangelio Jesús se dejaba tocar. Es un signo de cercanía, de amor. En la Eucaristía Jesús se deja comer, es el signo más importante de su amor, de su cercanía.

Señor, déjame ir contigo sólo quiero caminar detrás, pisar donde pisas
mezclarme entre tus amigos. Recorrer esas aldeas que habitan los olvidados los que no recuerda nadie ver como los recuperas.

Quiero escuchar tu palabra simple y preñada de Dios que aunque a muchos incomode a tanta gente nos sana.

Quiero sentarme a tu mesa comer del pan compartido que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.

Y un día tocar tu manto como esa pobre mujer suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.

Esa que todos marginan se atreve a abrazar tus pies y derrama su perfume porque en ti se ve querida.

Que de tanto ir junto a ti pueda conocerte más, tú seas mi único amor y te siga hasta morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario