lunes, 13 de octubre de 2014

ESTA ES UNA GENERACIÓN MALVADA



Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás».

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

Nos cuesta convertirnos de verdad al Señor. Y ponemos excusas y justificaciones, algunas realmente buenas; pero excusas, al fin y al cabo: “Si Dios me diese una prueba de su existencia”, “Si Dios cambiara mi forma de ser”, “Si viera un milagro”. ¡En qué aprieto nos pondría Dios si convirtiera una tinaja de agua en vino! Algo tendríamos que inventar.

Sin embargo, hay personas que se conforman con menos. Los ciudadanos de Nínive se convierten por la predicación de Jonás, y la reina del Sur al escuchar la sabiduría de Salomón.

Si hiciéramos más a menudo memoria de todas las maravillas que Dios ha hecho en nosotros, pediríamos menos signos, seríamos más agradecidos, crecería nuestra esperanza y viviríamos más felices.

Señor Jesús, hemos recibido mucho de ti, pero no acabamos de convertirnos, de cambiar de vida.

Nos has proclamado la Buena Noticia de que Dios nos ama, pero no acabamos de abrir el corazón para acoger su amor.

Nos has mostrado que Dios no se cansa de perdonar, pero, cuando pecamos, seguimos huyendo de Dios.

Nos has dicho que Tú quieres bendecirnos desde los pobres, pero no les damos espacio suficiente en nuestro corazón y nuestro tiempo.

Te has presentado ante nosotros como el agua viva, pero preferimos otras aguas que no calman nuestra sed.

Has venido a este mundo para liberarnos de todas las cadenas, pero seguimos teniendo miedo a que recortes nuestra libertad.


Nos has enseñado que sólo los entregan su vida son felices, pero estamos demasiado preocupados de nosotros mismos.

Tú nos has dado tu Palabra, tu Espíritu, tu vida, pero nosotros seguimos siendo tacaños contigo.

Señor, ayúdanos a reconocer todo lo que has hecho por nosotros, a fiarnos de ti y de tu palabra, cada día un poco más, para que, a pesar de nuestras miserias y contradicciones, tu amor nos convierta a una vida más entregada y feliz.

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