domingo, 18 de octubre de 2015

AL QUE BLASFEME CONTRA EL ESPÍRITU SANTO NO SE LE PERDONARÁ



Jesús dijo a sus discípulos:

Les aseguro que aquél que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero el que no me reconozca delante de los hombres no será reconocido ante los ángeles de Dios.

Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


Dios está de tu parte. Y tú ¿lo defiendes cuando es atacado en la familia, entre tus amigos? ¿Qué haces cuando se habla mal, se lucha contra Dios y contra su Iglesia? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Respecto al pecado contra el Espíritu Santo dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1648: “No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios, mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna. El pecado contra el Espíritu Santo consiste, pues, en la negación de parte de la persona, a aceptar la salvación y el perdón dados por Dios.  Cuando el corazón de una persona se obstina de tal manera que no acepta que necesita arrepentirse de sus pecados y se resiste a esta gracia, comete el pecado contra el Espíritu Santo el cual puede llevarlo al infierno. ¿Por qué? No porque la Iglesia y el Señor no puedan perdonarle, todo lo contrario, sino mas bien porque la persona misma, voluntariamente ha rechazado este perdón y salvación dadas por Dios”.

Dices que soy manantial y no vienes a beber.

Dices que soy vino gran reserva y no te embriagas.

Dices que soy suave brisa y no abres tus ventanas.

Dices que soy luz y sigues entre tinieblas.

Dices que soy aceite perfumado y no te unges.

Dices que soy música y no te oigo cantar.

Dices que soy fuego y sigues con frío.

Dices que soy fuerza divina y estás muy débil.

Dices que soy abogado y no me dejas defenderte.

Dices que soy consolador y no me cuentas tus penas.

Dices que soy don y no me abres tus manos.

Dices que soy paz y no escuchas el son de mi flauta.

Dices que soy viento recio y sigues sin moverte.

Dices que soy defensor de los pobres y tú te apartas de ellos.

Dices que soy libertad y no me dejas que te empuje.

Dices que soy océano y no quieres sumergirte.

Dices que soy amor y no me dejas amarte.

Dices que soy testigo y no me preguntas.

Dices que soy sabiduría y no quieres aprender.

Dices que soy seductor y no te dejas seducir.

Dices que soy médico y no me llamas para curarte.

Dices que soy huésped y no quieres que entre.

Dices que soy fresca sombra y no te cobijas bajo mis alas.

Dices que soy fruto y no me pruebas.

Amén

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