viernes, 5 de diciembre de 2014

HIJO DE DAVID, TEN PIEDAD DE NOSOTROS



Dos ciegos siguieron a Jesús, gritando: «Ten piedad de nosotros, Hijo de David».

Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó:

«¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?»

Ellos le respondieron: «Sí, Señor».

Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído».

Y se les abrieron sus ojos.

Entonces Jesús los conminó: «¡Cuidado! Que nadie lo sepa». Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

¿Crees que puedo hacerlo? Que suceda según vuestra fe. El tema principal de este evangelio no es la curación, sino la fe. La fe es un don de Dios. La fe es como una semilla que Dios siembra en la tierra de nuestro corazón, para que la cultivemos. La fe es como un fuego que debemos avivar, para que no se apague. En una palabra, la fe es don de Dios y tarea nuestra.

"Señor, gracias por el regalo de la fe"

"Que cada día Señor cuide mi fe, como lo más valioso que tengo"

¿Cómo cultivar la fe? Puede parecer difícil, pero está al alcance de todos: Cultivamos la fe con la cabeza: formándonos, leyendo, estudiando, para comprender mejor lo que creemos;  con el corazón: rezando y participando en los sacramentos; con la boca y con los oídos: compartiendo nuestra experiencia creyente con otros; con las manos y los pies: viviendo de acuerdo con lo que Jesús nos enseña. ¿Cómo puedo cultivar más mi fe? Pido luz y fuerza a Dios.

A veces pensamos: "Si viera un milagro, creería más en Dios". El Evangelio nos dice otra cosa bien distinta. Jesús hizo milagros delante de mucha gente; pero los que no tenían fe no creyeron, aunque hiciera el milagro delante de sus ojos. Decían que echaba demonios porque era el jefe de los demonios. Sólo los que tenían fe podían reconocer las maravillas que realizaba y alegrarse con ellas. Dios sigue haciendo milagros en cada persona, en el mundo, en la iglesia, en ti. Y necesitamos fe para darnos cuenta.

"Creo, Señor, pero aumenta mi fe"

"Abre Señor mis ojos para reconocer tus maravillas"

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