martes, 3 de marzo de 2015

EL QUE SE ELEVA, SERÁ HUMILLADO Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ELEVADO



Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi maestro" por la gente.

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.

El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Dicen cosas buenas, aunque sean unos hipócritas. Hasta los más pecadores pueden enseñarnos algo... Si nos viene cuesta arriba aprender de las personas coherentes, cuanto más es tomar lecciones de los que nos parecen “mala gente”. ¿Cómo lo vives? ¿Qué le dices a Dios?

Jesús es la Verdad y dice la verdad, escueza a quien escueza. No calla cuando prevé represalias.

“Señor, perdona nuestra falta de verdad”

“Cura el miedo que nos aparta de la verdad”

No os dejéis llamar maestro, es decir, no os pongáis por encima de los demás.

No llaméis a nadie padre en la tierra, es decir, tampoco os pongáis por debajo.

No somos señores ni esclavos de ninguna persona. Somos hermanos.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Rezamos por la fraternidad: Señor Jesucristo, columna de unidad y rey de la fraternidad.

Envíanos cada mañana una ráfaga de tu espíritu.

Derriba los muros de separación levantados por el egoísmo, el orgullo y la vanidad.

Aleja de nuestra casa las envidias que siembran discordias.

Líbranos de las inhibiciones.

Sosiega los impulsos y cólmanos de serenidad.

Haz surgir en nuestras intimidades corrientes sensibles y cálidas para que nos perdonemos y nos comprendamos, nos estimulemos y nos celebremos como hijos de una misma madre.

Retira de nuestro camino las rivalidades y aversiones rompe los bloqueos para que seamos unos con otros abiertos y leales, sinceros y veraces.

Crezca la confianza como árbol frondoso a cuya sombra todos nos sintamos felices.

Y así seremos ante el mundo el argumento sensible y profético de que tú, oh Jesús, estás vivo entre nosotros.

Amén

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