miércoles, 10 de septiembre de 2014

FELICES USTEDES



Jesús fijando la mirada en sus discípulos, dijo:

¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!

¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!

¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!

¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!

¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!

Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!

¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!

¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!

¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Dichosos, dichosos, dichosos... felices, felices, felices... Así nos quiere Dios. Para eso nació, predicó, curó, sufrió y resucitó Jesús. Para que tú seas feliz. ¿No te parece impresionante? ¿Qué le dices?


Lee despacio cada bienaventuranza. Piensa en Jesús o en María. Las bienaventuranzas son el retrato de los dos. Y deberían ser tu retrato. Ya lo son un poquito, seguros. Al leerlas y meditarlas ¿Qué te dice Dios? ¿Qué cambios alienta en tu vida? Pide la fuerza del Espíritu para ser cada día más dichoso, más feliz, siguiendo el camino de las bienaventuranzas.


¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Hasta de Jesús hablaban mal, siendo el hombre perfecto, el amor incansable, la ternura personificada. ¡Cuanta paz y tranquilidad nos tienen que dar estas palabras del Señor!

"Danos fuerza para hacer el bien, sin que nos importen las críticas"



Señor, danos luz y fuerza para renunciar a lo que nos separa de ti, de los hermanos, de la felicidad más grande. No permitas que acaparemos bienes, porque provocaremos muchas injusticias. No permitas que vivamos para consumir, porque siempre tendremos más hambre. No permitas que hagamos llorar a los demás, porque hemos nacido para consolar. No permitas que seamos duros y violentos, porque llevaremos la guerra dentro y nos destruiremos. No permitas que únicamente busquemos el placer, porque jamás sabremos qué es amar. No permitas que sólo busquemos el aplauso, porque nunca nos sentiremos satisfechos. No permitas que nos creamos autosuficientes, porque nos encontraremos vacíos. No permitas que demos culto al ego, porque así nunca seremos queridos.


Señor, danos luz y fuerza para seguirte, para seguir el camino de la bienaventuranza. Ayúdanos a acogerte en nuestras vidas, porque estaremos llenos de luz. Ayúdanos a ponernos en tus manos porque sólo así viviremos seguros. Ayúdanos a optar por el servicio, porque Tú nos sirves continuamente. Ayúdanos a compartir nuestros bienes, porque Tú nos dejarás que nos falte la harina y el aceite. Ayúdanos a hacer sonreír a los que lloran, porque Tú nos miras y nos muestras tu sonrisa. Ayúdanos a ser no-violentos, profetas de la paz, porque así construimos un mundo nuevo. Ayúdanos a defender al perseguido, porque Tú eres y serás defensor.


Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos, porque Tú entregaste la vida por todos.

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