viernes, 14 de octubre de 2016

CUÍDENSE DE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS QUE ES LA HIPOCRESÍA



En aquel tiempo, se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos:

«Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas. 

A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquél que, después de matar, tiene el poder de arrojar al infierno. Sí, les repito, teman a ése.

¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros».


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


La hipocresía tiene las piernas cortas. No puede avanzar mucho. Nada hay cubierto que no llegue a conocerse. La hipocresía no nos trae cuenta. Nos descubrirán y entonces será peor el remedio que la enfermedad.

“Señor, danos fuerza para reconocer nuestra hipocresía y fuerza para superarla”

“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”. No tengáis miedo a que os insulten u os persigan de cualquier forma por causa de Jesús. Tened miedo a echar a perder a vida, a desaprovechar las capacidades que os ha dado Dios, a hacer daño a los demás, a alejaros de Dios. Estos miedos tienen sentido, aquéllos no.

¿Cuáles son tus miedos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

No tengas miedo a los que amenazan, a los que hieren, a los que dañan la dignidad y matan el cuerpo pero no pueden quitarte la vida.

No tengas miedo a los que ocultan la verdad o, creyéndose dueños de ella, la manipulan, dosifican y venden; a los que con el arma de la mentira quieren dominar pueblos y personas.

Rebélate, manifiesta en todos los sitios, en todo momento, a tiempo y a destiempo, tu fe en la vida y en la hermandad adquirida al abrigo del Padre, al lado de Jesús, a la sombra del Espíritu, en el seno de la comunidad.

Haz de esa fe un gozo personal diario, un estandarte de libertad, una fuente de vida, un banquete compartido, una canción de esperanza, tu reivindicación más sentida.

No tengas miedo a los que, por eso, pueden castigarte, retirarte el apoyo, privarte del trabajo, ignorar tu presencia, olvidar tu historia, golpear tu debilidad,
hacerte mal.

No tengas miedo.

Fíate de Jesús, responde a su llamada; fíate del Padre, descansa en su regazo;
fíate del Espíritu, lucha y sé libre.

Estás invirtiendo la vida en el proyecto más grande y venturoso puesto en nuestras manos. ¡No tengas miedo! ¡Fíate de Jesús!

Amén

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