lunes, 18 de enero de 2016

¿POR QUÉ TUS DISCÍPULOS NO AYUNAN?



Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?»

Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!»

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


Los discípulos de Jesús no ayunaban como los de Juan y los de los fariseos. ¡Cuánto cuesta abrirse a la novedad! Somos "animales de costumbres", en una sociedad que cambia mucho por fuera y poco por dentro. Dios nos invita a vivir la novedad de cada día, de cada momento, de cada persona, de cada experiencia...

"Señor, no nos dejes ser esclavos de la rutina"

"Ayúdanos a descubrir tu presencia en la vida de cada día"

Jesús es el vino nuevo de Dios. Y necesita odres nuevos, corazones nuevos, vidas nuevas. Es un vino que transforma la cabeza, el corazón, la mirada, la voluntad, el comportamiento... ¿Quiero dejarme cambiar por Jesús? ¿Tengo confianza en él? ¿O prefiero seguir con la rutina, los agobios y la insatisfacción de cada día? ¿Estamos dispuestos a reconfigurar la vida?

Reconfigurar la vida: irse contigo siguiendo tus huellas, no dar importancia a nuestros proyectos y cosas, cargar con la cruz que nos venga sin perder la dignidad y la sonrisa.

Reconfigurar la vida: ponernos en tus manos humanas y divinas, o al alcance de tu brisa que va y viene por esos lugares de la historia tan poco frecuentados y llenos de sorpresas.

Reconfigurar la vida: aceptar los golpes, marcas y heridas, pero no arrugarse ni detener el paso; vibrar menos sin perder la música y mantener fresca la memoria.

Reconfigurar la vida: admirar tus surcos y huellas en nuestra carne vieja y correosa; abrirse a tus sugerencias aunque no lleguemos a entenderlas.

Reconfigurar la vida: jugar al juego que tú jugaste, partiéndonos en tiras, esquejes o estrellas, y compartirse con dignidad dándose en fraternidad.

Reconfigurar la vida: aceptar como centro, eje y motor tu Espíritu en nuestra vida;
poner todas las cruces bajo su presencia y exponernos con esperanza a su brisa.

Reconfigurar la vida: descubrirnos como flor florecida -hermosa, perfumada y distinta-; acercarnos a los otros dignamente y hacer un jardín para los caminantes.

Reconfigurar la vida: vivir siendo plenamente en la tierra aunque la situación sea pasajera; admirar a las personas y agradecer la vida.

Reconfigurar la vida: no malograrla en tonterías, no conservarla escondida sino compartirla, sin medida, gratis y con alegría.

El vino nuevo de Jesús necesita también un mundo nuevo, trae un mundo nuevo, nos da fuerza para trabajar por un mundo nuevo.

Deja por un momento tu mente calculadora e imagina. Imagina como sería un mundo nuevo en Honduras, en Mozambique, en Asia... en tu país, en tu pueblo o ciudad, en tu familia...

Dios quiere un mundo nuevo y para Él nada hay imposible.

"Señor, enséñanos a llevar el vino nuevo de la justicia y del amor a nuestro mundo"

"Perdona y cura nuestra falta de compromiso"

"Gracias por las personas que se dejar transformar por ti y contigo transforman un trocito de mundo". 

Amén

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