lunes, 7 de diciembre de 2015

LEVÁNTATE, TOMA TU CAMILLA Y VUELVE A TU CASA



Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para sanar. Llegaron entonces unas personas trayendo a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para ponerlo delante de Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron por entre las tejas con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.

Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados».

Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: «¿Quién es éste que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?» Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o "Levántate y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa».

Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: «Hoy hemos visto cosas maravillosas».


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 


Un día estaba Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús: enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de la vida...

“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”

“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”

“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”

No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando, quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso, Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.

"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"

"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"

"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"

Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte, porque siempre hay un camino que recorrer, y no hay razón para dejar de intentarlo.

Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.

La luz se abre paso por resquicios insospechados, y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.

Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.

Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar, y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.

Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.

Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano, quien te llena de espíritu.

Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos, las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.

Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.

Vamos, levántate y anda.

Amén

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