sábado, 28 de mayo de 2016

TAMPOCO YO LES DIRÉ CON QUÉ AUTORIDAD HAGO ESTAS COSAS



Después de haber expulsado a los vendedores del Templo, Jesús volvió otra vez a Jerusalén. Mientras caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a Él y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?»

Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan Bautista, ¿venía del cielo o de los hombres?»

Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos: "Del cielo", Él nos dirá: "¿Por qué no creyeron en El?" ¿Diremos entonces: "De los hombres"?» Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: «No sabemos».

Y Él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas».


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con otra pregunta. Si leemos con atención el Evangelio, nos daremos cuenta de que a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente Jesús no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que preguntan con buena intención. Podemos rezar con esta oración, inspirada en un texto de San Agustín de Hipona:

Señor, ayúdame a ser como Tú, llena mi corazón y mi vida de amor, para amar en todo lo que hago y digo.

Si hablo, que hable con amor.


Si callo, que calle por amor.

Si grito, que grite con amor,

Si corrijo, que corrija con amor.

Si animo, que anime con amor.

Si escribo, que escriba con amor.

Si protesto, que proteste con amor.

Si canto, que cante con amor.

Si enseño, que enseñe con amor.

Si aprendo, que aprenda con amor.

Si trabajo, que trabaje con amor.

Si descanso, que descanse con amor.

Si rezo, que rece con amor.

Si juego, que juegue con amor.

Si estudio, que estudie con amor.

Si ayudo, que ayude con amor.

Si pido, que pida con amor.

Si recibo, que reciba con amor.

Si mando, que mande con amor.

Si obedezco, que obedezca con amor.

Si vivo, que viva con amor. Amén.
Los sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de Jesús. No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y bendecía todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos. Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a una fe más purificada.


"No permitas Señor que nuestra vida se estanque"

"Ábrenos Señor el corazón a tu Palabra"

"Guía Jesús nuestros pasos"

Amén

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