miércoles, 11 de mayo de 2016

CUÍDALOS EN TU NOMBRE



A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: Padre santo, manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos.

Cuídalos en tu Nombre que me diste para que sean uno, como nosotros.

Mientras estaba con ellos, Yo los cuidaba en tu Nombre que me diste; los protegía
y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.

Pero ahora vaya ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.

Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.

No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.

Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.

Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.

Así como Tú me enviaste al mundo, Yo también los envío al mundo.

Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.


Palabra del Señor



¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Jesús pide al padre para nosotros el don de la unidad. Cuando estamos unidos, nuestra debilidad se fortalece, anunciamos sin palabras el Reino de Dios, Reino de paz, de fraternidad, de comunión...

Nos unimos a la oración de Jesús pidiendo la unidad para nuestras familias, para nuestros grupos, movimientos y comunidades, para nuestras parroquias y diócesis, para la Iglesia entera, para el mundo.

No es fácil la misión que nos ha dejado Jesús. Es difícil estar en el mundo sin ser del mundo:

Es difícil vivir en una sociedad consumista y compartir el tiempo, el saber, el dinero.

Cuesta mucho devolver bien por mal en un mundo tan violento.

Es casi heroico vivir el amor limpiamente en medio de un ambiente plagado de estímulos eróticos.

Cuando ha crecido tanto el individualismo a nuestro alrededor, resulta difícil dar la cara por los demás.

En un mundo lleno de ruido, de prisa, de incomunicación, cuesta hacer hueco al silencio, al sosiego, a la oración.

¿Cómo vives estar en el mundo sin ser del mundo? Cuéntaselo a Dios. Pídele fuerza para ser fiel, para que seamos fieles.

Señor, ayúdanos a estar en el mundo, sin miedo a mancharnos o a equivocarnos, sin contagiarnos de sus miserias;

Ayúdanos a emplear el dinero y todo lo que tenemos sin convertirlo en un dios, con espíritu generoso.

Ayúdanos a convivir con las personas y los grupos sin utilizar a nadie, con espíritu fraterno.

Ayúdanos a esforzarnos en el estudio y el trabajo, sin buscar únicamente el dinero, con espíritu solidario.

Ayúdanos a disfrutar de la diversión y la fiesta, sin perder la cabeza, con espíritu alegre.

Ayúdanos a participar en la política y en la economía, sin buscar nuestro interés, con espíritu de servicio.

Ayúdanos a utilizar las nuevas tecnologías, sin depender de ellas, con espíritu de encuentro.

Ayúdanos a apostar por la familia y por la Iglesia, sin encerrarnos en ellas, con espíritu universal.
Ayúdanos a aportar nuestras ideas y propuestas sin condenar a nadie, con espíritu humilde.

Señor, ayúdanos a estar en el mundo, contagiando el amor y la esperanza que Tú nos das y aprendiendo de todas las personas de buena voluntad.


Amén

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