martes, 27 de septiembre de 2016

SEÑOR, ¿QUIERES QUE MANDEMOS CAER FUEGO DEL CIELO?



Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.

Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Santiago y Juan iban con Jesús, pero ¡cuanto les costaba comprender el nuevo estilo de vida iniciado por el Maestro! No saben de qué espíritu son. Son del espíritu del amor, de la comprensión, de la misericordia; no son hijos del espíritu del rencor y de la venganza.

“Señor danos tu Espíritu de amor, para que curemos el egoísmo con generosidad venzamos la mentira con la verdad, ganemos al orgullo con humildad y superemos la guerra con la paz”

Cristo no ha venido no a perder a nadie, ha venido y sigue viniendo a salvar a todos. 

Nuestra tarea es la misma: salvar, animar, dar alegría, levantar la esperanza.

Pedimos perdón porque a veces condenamos a los hermanos y damos gracias por las personas siguen salvando al mundo con su vida.

Quiero tener una mirada como la tuya, Señor.

A no dejarme llevar por mis juicios, interesados, duros y excesivamente crueles.

A observar, no tanto los aspectos negativos, cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.

A no conspirar ni levantar castillos en las ruinas sufrientes de tantos hermanos.

A no señalar defectos e historias pasadas que, entre otras cosas sólo sirven para causar sensación o daño.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.

A ser prudente, como Tú lo fuiste con aquella mujer, que adulterada en su vida,
comenzó otra vida nueva ante tu forma de mirarle y corregirle.

Ayúdame a mirar como Tu, Señor.

A ver el lado bueno de las personas.

A no recrearme con el sufrimiento ajeno.

A no ser altavoz de calumnias y mentiras.

A ser persona y no jugar a ser juez.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.

A no manipular ni airear las cruces de las personas que las soportan.

A no enjuiciar ni condenar los defectos de tantos próximos a mi vida.

A no hacer estandarte ni burla de los que están hundidos en sus miserias.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.

Para que, frente a la mentira, reine la verdad.

Para que, frente a la condena, brille tu misericordia.

Para que, frente a la burla, salga la comprensión.

Para que, frente a la humillación, despunte la bondad.

Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario