A la Hora
de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
«No se inquieten. Crean en Dios y crean también
en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera
así, ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un
lugar? y cuando
haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para
llevarlos conmigo, a fin de que donde Yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy».
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús le respondió:
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al
Padre, sino por mí».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
Las
noticias de guerras y terrorismo, el dolor y la muerte de las personas amadas,
nuestros errores y fracasos, los desengaños y traiciones... hacen temblar
nuestro corazón. Entonces Jesús se acerca y nos dice: “Creed en Dios y creed
también en mi”. La fe no nos evita la cruz, pero nos ayuda a cargar con ella
con más paz y esperanza.
¿Recuerdas
momentos de tu vida en los que la fe haya sido para ti consuelo y fuerza? Da
gracias por esas experiencias.
Disfrutamos
en esta tierra el consuelo y la fuerza de Dios, pero Jesús nos recuerda algo
importante: nuestro caminar por este mundo terminará un día y se nos abrirán
las puertas de la casa del Padre, una casa en la que todos tenemos preparada
una estancia, una estancia preciosa, que huele a fraternidad y felicidad, a
familia reunida en torno al Padre de todos, una estancia en la que el dolor y
la muerte sólo serán un recuerdo lejano.
“Señor,
gracias por tus palabras consoladoras”
“Perdona
y cura nuestra desesperanza”
“Danos
sabiduría para compartir esta esperanza con todos”
Señor,
Tú eres el camino que conduce hacia el Padre, a la salvación. En las
encrucijadas de la vida, cuando no sabemos por donde avanzar y tenemos la
tentación de tomar los caminos más fáciles y cómodos, recuerdanos, Jesús, que
Tú eres el camino más seguro que desemboca en la felicidad más plena y
duradera.
Señor,
Tú eres la verdad, la verdad sobre Dios, el hombre, la vida y el mundo. Tú nos
has revelado que Dios es Padre, que Dios tiene corazón de madre, que el oficio
de Dios es amar y perdonar. Tú nos has enseñado que todas las personas estamos
llamadas a vivir como hijas de Dios y como hermanas. Tú nos has mostrado que el
mundo es un gran campo que necesita brazos dispuestos a transformarlo en una
casa abierta a todos. Ayúdanos a vivir de acuerdo con tu Verdad.
Jesús,
Tú eres la Vida. Y has puesto en cada persona el deseo ardiente de vivir en
plenitud. Solamente Tú, Cristo, puedes colmar el deseo de amor del corazón
humano. Nadie como Tú da el valor y la alegría de vivir. Agradezco y acojo,
Señor, el torrente de vida que me ofreces gratuitamente.
Amén
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