A la Hora
de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
«El que
recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama
será amado por mi Padre, y Yo lo amaré y me manifestaré a él».
Judas -no
el Iscariote-le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al
mundo?»
Jesús le
respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a
él y habitaremos en él.
El que no
me ama no es fiel a mis palabras.
La palabra
que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
Yo les
digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
Pero el
Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará
todo y les recordará lo que les he dicho».
Palabra
del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
Para
Jesús, el amor ocupa la cima de todo, porque Dios es Amor. Por eso, el primer
mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Pero, ¿cómo se manifiesta el
amor a Dios, el amor a Jesús? Él mismo nos da la respuesta: el que me ama,
guardará mis mandamientos.
“Te
amo, Señor, y te quiero amar cada día más y mejor”
“Te
amo, Señor, pero me cuesta cumplir tu voluntad. Ayúdame”
“Perdona
y cura mi amor incoherente”
El amor
es la puerta por la que Dios entra en nuestro corazón y nos permite descubrir
el Amor que Él siente por nosotros.
“Gracias
Señor por hacer morada en mi”
“Gracias
por poder disfrutar de tu amor incondicional”
El
Espíritu Santo nos enseñará todas las cosas y nos recordará lo que Jesús nos ha
dicho. Pero, a veces no nos acordamos de Él.
“Espíritu
Santo, ven enséñanos el camino de la vida, y danos
la fuerza para seguir a Jesús para amarle sobre
todo y cumplir sus mandamientos”
Esta
oración, inspirada en las Confesiones de San Agustín, nos puede ayudar a sentir
la Presencia de Dios que nos habita:
Angosta
es la casa de mi alma para que vengas a ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa
está: repárala. Hay en ella cosas que ofenden tus ojos: lo confieso y lo sé;
pero ¿quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de ti? De todos mis
pecados líbrame, Señor.
¿Es
verdad, Señor, que hay algo en mí que pueda abarcarte? ¿Acaso te abarca el
cielo y la tierra, que tú has creado, y dentro de los cuales me creaste también
a mí? ¿O es tal vez que, porque nada de cuanto es puede ser sin ti, te abarca
todo lo que es? Pues si yo existo efectivamente, ¿por qué pido que vengas a mí,
cuando yo no existiría si tú no estuvieses en mí?
Amonestado
a volver a mí mismo, entre en mi interior, guiado por ti; y lo lo pude hacer
porque tú te hiciste mi ayuda.
Señor,
tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más alto que lo
más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te
buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú
creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Me retenían lejos de
ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Llamaste y clamaste,
y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre
y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz.
Amén
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