A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús
dijo a sus discípulos:
Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a
mí.
Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa
suya.
Pero como no son del mundo, sino que Yo los elegí y los
saqué de él, el mundo los
odia.
Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande
que su señor.
Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a
ustedes; si fueron
fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes.
Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no
conocen al que me envió.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir,
Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
¿Qué es
el mundo en este evangelio? No se refiere a aquello que está fuera de la
religión o de la Iglesia. El mundo es la parte de humanidad, de nosotros mismos
que se opone al plan de Dios. Todos somos un poco mundo. Nadie es
bueno del todo o malo del todo.
“Señor,
danos sabiduría para descubrir el mundo que me rodea”
“A
veces también yo estoy en contra de tu proyecto. Perdóname”
Por
eso, cuando emprendemos trabajamos por el Reino de Dios, cuando nos
comprometemos en favor de los demás, cuando queremos seguir en serio a Jesús,
nos tropezamos con dificultades en nuestro propio corazón, en la familia, en la
sociedad y hasta en la Iglesia. No nos debe extrañar. Jesús nos lo advierte con
claridad: Si a mí me han perseguido, a vosotros también os perseguirán.
“Jesús,
enséñame a encajar las dificultades, como tú, dame misericordia
para perdonar a los que me persiguen, como tú, concédeme fuerza
para ser fiel al Padre y a su Reino, contigo”
Señor: ¡Ahora
si que es demasiado, ya no puedo más! Estoy agotado, consumido de dolor,
agobiado de cargas, doblado por el esfuerzo, humillado por mis hermanos, incomprendido
por mis amigos. Siento ganas de huir, de escapar de todo lo que me hace sufrir.
Compréndeme,
Señor: He compartido mis conocimientos y me han rechazado con desprecio.
He
ofrecido mi ternura y me han respondido con insultos. He trabajado por la
concordia y me han arrinconado sin motivo.
He
invertido mi tiempo por mejorar el mundo y muchos sospechan de mis intenciones.
He anunciado
tu amor y tu cercanía y me miran como a un bicho raro.
¡Ah, Señor! ¿No es todo demasiado injusto?
¡Ah, Señor! ¿No es todo demasiado injusto?
Señor,
ayúdame a comprender mis fracasos, a darme cuenta de que si a ti te han rechazado
también a mi me rechazarán.
Ayúdame
a reconocer y a pedir perdón porque también yo hago sufrir a personas buenas.
Señor,
Tú me comprendes, porque también Tú fuiste rechazado, tuviste la sensación de
que tu entrega era inútil, sufriste la tentación de no beber el cáliz de la
pasión y quisiste refugiarte en la casa de los placeres sin compromiso.
Pero Tú
seguiste adelante, venciste al fracaso, al miedo, a la comodidad y al egoísmo.
Y ofreciste
tu vida sin regateos, lo diste todo, te diste del todo.
Señor,
ayúdame a escuchar tu susurro que me dice: "Ánimo. No tengas miedo. Sigue
adelante. Yo he vencido incluso a la muerte. Y tú también vencerás.
Las semillas que sembraste darán el ciento por uno y yo compartiré contigo mi vida resucitada".
Las semillas que sembraste darán el ciento por uno y yo compartiré contigo mi vida resucitada".
Amén
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