A la Hora de pasar de este
mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:
Padre santo, manifesté tu
Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos.
Cuídalos en tu Nombre que me
diste para que
sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, Yo los
cuidaba en tu Nombre que me diste; los protegía
y no se perdió ninguno de
ellos, excepto el
que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora vaya ti, y digo esto
estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo
los odió porque ellos
no son del mundo, como tampoco
Yo soy del mundo.
No te pido que los saques del
mundo, sino que los
preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco
Yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: tu palabra
es verdad.
Así como Tú me enviaste al
mundo, Yo también
los envío al mundo.
Por ellos me consagro, para que
también ellos sean
consagrados en la verdad.
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Pueden ayudar estas ideas:
Jesús
pide al padre para nosotros el don de la unidad. Cuando estamos unidos, nuestra
debilidad se fortalece, anunciamos sin palabras el Reino de Dios, Reino de paz,
de fraternidad, de comunión...
Nos
unimos a la oración de Jesús pidiendo la unidad para nuestras familias, para
nuestros grupos, movimientos y comunidades, para nuestras parroquias y
diócesis, para la Iglesia entera, para el mundo.
No es
fácil la misión que nos ha dejado Jesús. Es difícil estar en el mundo sin ser
del mundo: Es difícil vivir en una sociedad consumista y compartir el tiempo, el
saber, el dinero.
Cuesta
mucho devolver bien por mal en un mundo tan violento.
Es casi
heroico vivir el amor limpiamente en medio de un ambiente plagado de estímulos
eróticos.
Cuando
ha crecido tanto el individualismo a nuestro alrededor, resulta difícil dar la
cara por los demás.
En un
mundo lleno de ruido, de prisa, de incomunicación, cuesta hacer hueco al
silencio, al sosiego, a la oración.
¿Cómo
vives estar en el mundo sin ser del mundo? Cuéntaselo a Dios. Pídele fuerza
para ser fiel, para que seamos fieles.
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
En Ti
vivimos, nos movemos y existimos, atmósfera divina que todo
lo contienes, eres el oxígeno que en el Amor mantienes a los
hombres que llamaste a tu servicio.
Tú eres
el aliento de la oración enamorada, el soplo de infinito que
envuelve con su encanto los rezos , las lágrimas,
la adoración y el canto de las alabanzas que
levanta la alborada.
En Ti
la gracia y la ilusión nos hace niños, recuperando
la paz y la confianza, caminando de su mano en
la esperanza de abrazarnos a su cuello con cariño.
Eres la
serenidad después de la tormenta, la calma que en su amor
sosiega el alma; ternura de una madre en que se calma la
inquietud de caminar hacia su meta.
En Ti
la unción se derrama sin medida, la consagración florece
en alabanza, las manos se tienden con confianza y del
dolor pasado brota nueva vida.
Eres el
defensor y el abogado prometido, el enviado que congrega y
que nos sacia del agua viva que nos lava en su Palabra y en la
trinidad nos mantiene sumergidos.
Eres el
manto tierno de la misericordia que envuelve las horas de
mi vida, el bálsamo de suavidad que sana las heridas, el amor
divino en la trama de mi historia.
En Ti
Jesús es compañero de camino, su verdad penetra la
inteligencia y la memoria; su vida misma es anticipo
de la gloria y la santidad enamorada es mi destino.
En Ti
proclamación se hace martirio, La muerte es absorbida en
la victoria, Las cosas de este mundo se vuelven ilusorias y el
Reino del Amor se hará definitivo.
Amén
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