A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
Ahora me
voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?»
Pero al
decirles esto, ustedes se han entristecido.
Sin
embargo, les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, el
Paráclito no vendrá a ustedes.
Pero si
me voy, se lo enviaré. y cuando Él venga, probará al mundo dónde está el
pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado
está en no haber creído en mí.
La
justicia, en que Yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. y el juicio, en
que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
Palabra
del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
El
Espíritu nos muestra la verdad más profunda de las cosas, nos ayuda a ver más
allá de las apariencias:
Parecía que todo acabó para
Jesús el viernes santo. En nuestra sociedad parece que Jesús ha muerto. Sin
embargo, el Espíritu nos muestra que está vivo, resucitado junto al Padre.
Parecía, y sigue pareciendo
que el príncipe de este mundo, el príncipe del mal avanza victorioso... Parece
que Dios cuenta cada vez menos y que el amor está arrinconado. Sin embargo, el
Espíritu nos acerca a una verdad más profunda: el Príncipe de este mundo ha
sido condenado, el mal no tiene la última palabra, al final vencerá Dios,
vencerá el Amor.
Parece que da lo mismo creer
o no en Jesús. El Espíritu nos revela otra realidad: Conocer a Jesús y no creer
en Él es un pecado, nos empobrece, nos hace infelices, infecundos...
“Señor,
envíanos tu Espíritu, perdona y cura
nuestra falta de fe, enséñanos a
alimentar la fe con la vida y la vida con la fe; alienta en
nuestro corazón la llama de la esperanza, danos fuerza
para luchar contra el príncipe del mal, y para
que tu Reino de amor crezca en esta tierra”
Amén
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