sábado, 1 de agosto de 2015

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA



Al llegar a su pueblo, Jesús se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados.


«¿De dónde le vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyo, Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?»


Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia»


Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, entre los más próximos. ¿Cómo recibimos nosotros a los profetas? ¿Cómo recibimos a los profetas de nuestra tierra, de nuestra familia, de nuestro lugar de trabajo?

“Enséñanos a reconocer tu voz en las personas más cercanas”

“Que sepamos acoger la verdad, venga de donde venga”

Si tratamos de decir la verdad, si denunciamos las injusticias, si anunciamos el Evangelio, recibiremos el mismo trato que recibió Jesús en su pueblo. ¿Estamos dispuestos?

“Danos un Espíritu fuerte para ser fieles, para ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes, aunque no se entienda, aunque nos critiquen”

“Gracias por las personas que son capaces de dar la vida en la misión de anunciar tu Reino y luchar contra el mal”

Amén

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