Al llegar a su
pueblo, Jesús se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que
todos estaban maravillados.
«¿De dónde le
vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es éste el
hijo del carpintero? ¿Su madre
no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyo, Santiago, José, Simón y
Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá
todo esto?»
Y Jesús era para
ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: «Un profeta es despreciado
solamente en su pueblo y en su familia»
Y no hizo allí
muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, entre
los más próximos. ¿Cómo recibimos nosotros a los profetas? ¿Cómo recibimos a
los profetas de nuestra tierra, de nuestra familia, de nuestro lugar de
trabajo?
“Enséñanos
a reconocer tu voz en las personas más cercanas”
“Que
sepamos acoger la verdad, venga de donde venga”
Si tratamos de decir la verdad, si denunciamos las
injusticias, si anunciamos el Evangelio, recibiremos el mismo trato que recibió
Jesús en su pueblo. ¿Estamos dispuestos?
“Danos
un Espíritu fuerte para ser fieles, para ser testigos del Evangelio en nuestros
ambientes, aunque no
se entienda, aunque nos critiquen”
“Gracias
por las personas que son capaces de dar la vida en la misión de anunciar tu Reino y
luchar contra el mal”
Amén
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