sábado, 8 de agosto de 2015

SEÑOR, TEN COMPASIÓN DE MI HIJO



Un hombre se acercó a Jesús y, cayendo de rodillas, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron sanar».


Jesús respondió: «Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí». Jesús increpó al demonio, y éste salió del niño, que desde aquel momento, quedó sano.


Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»


«Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».


Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


 Aquel hombre no se da por vencido. No pueden curar a su hijo los discípulos y se acerca a Jesús: “Ten compasión de mi hijo”. El Evangelio nos invita a rezar con constancia y con fe.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Es evidente que la fe no sirve para cambiar montañas de lugar, pero es una fuerza maravillosa: cura desesperanzas y toda clase de dolencias, hace brotar en el desierto de la vida torrentes de felicidad, de ilusión, de entrega, de alegría; nos ayuda a superar pecados, a cortar amarras, a multiplicar los dones recibidos...

¿Qué maravillas hace la fe en tu vida? ¿Cómo la cuidas?

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Padre Celestial, mi vida esta en tus manos.

Ayer hoy y por siempre, estoy segura y confiada en ti.

Señor, ayúdame a saber que tu tienes todo el control.

Ayúdame a creer que tu estas trabajando en mi vida ahora mismo, aunque yo no  lo pueda ver.

Ayúdame a confiar en lo que no puedo ver, aun cuando lo único que veo es doloroso y esta todo tan nublado.

Ayúdame a saber que tu tomas control de todas mis necesidades.

Señor, gracias por escuchar mi clamor por ayuda.

Gracias por amarme tanto.

Ayúdame a creer en todas las promesas que me has dado.

Perdóname cuando dudo de ti y de tu amor.

Yo creo en ti Señor. Perdóname cuando a veces pierdo la fe.

Aumenta en mí la fe en ti.
Amén

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