jueves, 27 de agosto de 2015

EL HIJO DEL HOMBRE VENDRÁ A LA HORA MENOS PENSADA



Jesús habló diciendo: 

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor que piensa: "Mi señor tardará”, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


El Evangelio nos llama a estar en vela, con los ojos abiertos, con la fe despierta, para descubrir al Señor que nos trae la salvación, la paz...

Velar significa orar, estar atentos a las necesidades de las personas, atender a los sentimientos del corazón...

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Somos administradores de los bienes de la tierra. No son nuestros. Son de Dios y no son sólo para nosotros, son para todos. Estamos llamados a distribuir la comida y todos los bienes recibidos.

Esta tarea no pertenece sólo a los grandes de la tierra. Todos podemos hacer algo, aunque sea poco. Podemos compartir, podemos colaborar en organizaciones que trabajen por unas relaciones justas entre todos los hombres y los pueblos, podemos presionar con el voto a los gobernantes para que solucionen problemas tan graves y vergonzosos como el hambre en el mundo...

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?


Llega de día, llega de noche. Se le espera por la puerta, llega por la ventana.

Le buscamos con alegría, llega con su cruz. Estamos de guardia, nos llama desde dentro.

Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.

Llega en la abundancia y más todavía en la pobreza.

Llega cuando triunfamos y nos acompaña en los fracasos.

Llega cuando es deseado y se presenta cuando no se le espera.


Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.

Llega también en la multitud y el ruido.

Llega para dormirnos y para despertarnos.

Llega a través de todas las caras que encontramos a lo largo del día en nuestro camino.

Llega en el desierto de manantiales inciertos, en las estepas de desconocidos pozos, en los bosques frondosos en que nos perdemos, en las altas cumbres que hollamos, y en los valles que nos dan vértigo.

Llega a cada instante.

Llega en cada lugar.

Allí donde estamos, está.

Fiel a tu palabra ya estás esperándonos.


Amén


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