miércoles, 22 de julio de 2015

RABONI



El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».


María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentado uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?»


María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».


Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.


Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»


Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo».


Jesús le dijo: «¡María!»


Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir, «¡Maestro!» Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: "Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes"». '


María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras».


Palabra del Señor


Jesús, resucitado, se aparece en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.

A Jesús no le interesa el pasado de las personas, solamente que, habiendo creído en Él y habiendo recibido el perdón de sus pecados, en adelante acepten su Vida y se dejen guiar por el Espíritu Santo.

María Magdalena no sólo es la primera que ve al Señor resucitado, sino que es la primer apóstol de la resurrección, pues el Señor la envía a comunicar este mensaje a los apóstoles.

Este mensaje grandioso no es sólo el del acontecimiento de la resurrección, sino el de hacer conciencia de que quienes creen en Jesús ya no son siervos, ni sólo amigos, sino hermanos de Jesús; por lo cual nuestro Dios es también nuestro Padre.

La experiencia personal de salvación experimentada por María Magdalena la hace portadora de una Buena Noticia vivida por ella misma. Dios nos llama a todos para hacernos partícipes, en Cristo, de su propia Vida.

Sin importarle nuestro pasado Dios quiere salvarnos, y conducirnos al gozo de la Vida eterna a su diestra, junto con Jesús, su Hijo.

Mientras llega ese momento, sin perder nuestra unión con el Señor, llevemos a todos su mensaje de amor, de verdad, de vida y de misericordia que Él nos ofrece a todos.

Amén

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