jueves, 23 de julio de 2015

POR MÁS QUE OIGAN NO COMPRENDERÁN, POR MÁS QUE VEAN, NO CONOCERÁN



Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Por qué le hablas a la multitud por medio de parábolas?».


Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:


"Por más que oigan, no comprenderán, por mas que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y Yo no los sane".


Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús se dirige con palabras sencillas al pueblo sencillo que le escucha. Él amolda el anuncio del Evangelio a la cultura de quienes le siguen. Con ejemplos tomados del mismo trabajo de sus oyentes trata de hacerles entender el Reino de Dios, el amor misericordioso del Padre, el amor que nos tiene hasta el extremo. Nadie puede decir que no entendió y que por eso no pudo darle una respuesta adecuada al Señor. Siendo tan inculturado el anuncio de la Buena Noticia, quien lo desprecie, quien tape sus oídos para no oír, y cierre sus ojos para no ver, será responsable de su falta de fe y de su propia condenación. Jesús es el Evangelio viviente del Padre ¿lo hemos aceptado en nuestra vida? si es así, seremos dichosos, pues nuestra vida y nuestros sentidos estarán abiertos para hacer nuestra su vida, nuestro su camino, nuestra su misión.

En esta Eucaristía el Señor quiere que renovemos nuestra Alianza de pertenencia a Él como hijos en el Hijo, puesto que Él continúa siendo fiel a ese Pacto en que se ha comprometido a ser nuestro Padre. Él es el Dios-con-nosotros. Más aún, por voluntad suya: nosotros estamos en Él y Él en nosotros. Con lenguaje, que nosotros entendemos, el Señor nos ha manifestado todo su amor incluso con su propia vida, liberándonos de la esclavitud de nuestros pecados y haciéndonos hijos de Dios. Celebremos este Memorial de su Pascua no con la vieja levadura de maldad y perversidad, sino con los panes pascuales de la sinceridad y de la verdad.

Amén

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