Los
fariseos se confabularon para buscar la forma de acabar con Jesús.
Al enterarse de esto, Jesús se
alejó de allí. Grandes multitudes lo siguieron, y los sanó a todos. Pero Él les
ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo
anunciado por el profeta Isaías:
"Éste es mi servidor, a
quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi
predilección.
Derramaré mi Espíritu sobre Él y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones, pondrán la esperanza en su Nombre".
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Jesús es el Siervo, que hace la voluntad del Padre,
el Elegido para llevar la salvación de Dios a toda la humanidad, el Amado con
un amor de predilección. Imagina por un momento cómo es la relación de Jesús
con su Padre, imagina el amor que siente el Padre por su Hijo y el Padre por el
Hijo. Pues bien, Dios Padre te ama a ti de la misma manera.
¿Qué le dices a Dios?
El estilo de Jesús lo describe siglos antes el
profeta Isaías:
No porfiará, no gritará, no voceará por
las calles. Es el hombre del amor discreto, casi escondido. No obligará a nadie
a seguir su palabra. Su arma fundamental es la misericordia, nunca la
violencia.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo
vacilante no lo apagará. Ha venido más bien a fortalecer a los débiles, a
alimentar a los hambrientos con su propio cuerpo... Cuenta con los que no
cuentan para nadie.
No se cansará hasta que el derecho reine
en la humanidad, hasta que la justicia brille en lo más alto.
Ha venido para levantar las esperanzas
derrotas, para ser esperanza del mundo.
“Gracias Señor por tratarme siempre con ternura, porque respetas
y ensanchas mi libertad, por contar con mi vida, pobre ya a veces casi
apagada,
Dame la fuerza de tu Espíritu para luchar
contigo por la justicia y levantar la esperanza del mundo”
Jesús, Tú eres el amor discreto, casi escondido. No
obligas a nadie a seguir tu camino. Tu arma nunca es la violencia. Tu fuerza es
el amor que sirve y da la vida. Gracias,
Señor, por tratarme siempre con ternura, porque
respetas y ensanchas mi libertad, por contar con mi vida, pobre y a veces casi
apagada. Gracias, Dios mío, porque me has formado y sostienes mi vida, porque
me miras con amor, me has cogido de la mano. y me das tu Espíritu, el Espíritu
de Jesús.
Que también yo sepa contar con los que no cuentan,
con los débiles, los pequeños y los ignorantes, con los que viven en las tinieblas
de la enfermedad, la soledad y la pobreza, para implantar un derecho nuevo y
construir una sociedad nueva, en la que todos vivamos como hermanos, como hijos
tuyos.
Amén
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