En aquel tiempo:
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a
María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta
salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que
aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta le respondió: «Sé que resucitará en la
resurrección del último día».
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no
morirá jamás. ¿Crees esto?»
Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
Marta está rota por el dolor. La muerte de su
hermano Lázaro le pesaba como una losa.
Pero cuando se entera de que Jesús está
llegando, sale para acogerlo.
En sus primeras palabras se mezclan la fe y el reproche:
“Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.
Señor: demasiados interrogantes, dudas y
oscuridades;
a veces, demasiados golpes, heridas
y fracasos,
como para no protestar y
plantearte pleito.
Me
enfado y quejo,
te reprocho, te increpo y
levanto la voz,
te acuso de ambiguo y tramposo y me
enfrento a ti sin autocensura, mantengo
el pleito.
Y Tú,
no te incomodas
ni te impacientas, ni
rompes los lazos de seducción y amor que un día forjaste; toleras
nuestras impertinencias aunque se repitan.
Pero no
sé si te ríes
o eres todo misericordia rompiendo
nuestros esquemas.
Quizá
te agrade nuestra libertad, frescura
y rebeldía,
y temas más el silencio y la
incomunicación de tus hijos que
nuestros cuestionamientos y
salidas de tono.
Sabes
que este pulso sucede, aunque no lo parezca, en nuestro huerto y bodega; y que
es reflejo de nuestra trayectoria vital que se
asemeja a un arco de tiro que, al
tensarse, une los dos extremos con los
que juega y se manifiesta.
Cuanto
más nos tensamos,
más juntos están en nosotros la
rebeldía y la confianza, la
protesta y la obediencia, el
grito y el abrazo, el no y el amén; y más veloz sale la flecha con los
anhelos más cálidos y vivos, dejando
las cañadas oscuras, hacia la tierra prometida y el regazo de quien le da acogida.
Y
después de tantas quejas y protestas, o en
medio de ellas,
la única respuesta que descubrimos está ya tatuada en la historia y en la
Buena Noticia:
Si tenéis fe, ¡cómo no voy a hacer justicia!
En la conversación con Jesús, la fe va ganado la
partida al reproche hasta que desaparece el reproche y brilla con toda su
fuerza la fe: “Sé que resucitará en la resurrección del último día... Señor, yo
creo que Tú eres el Mesías que tenía que venir.”
A veces, cuando sufrimos no queremos saber nada de Dios. Sin embargo, María nos enseña a acercarnos a Dios, aunque sea para quejarnos. Tenemos que dar la oportunidad a Dios para que poco a poco transforme nuestro dolor en una fe más recia.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
A veces, cuando sufrimos no queremos saber nada de Dios. Sin embargo, María nos enseña a acercarnos a Dios, aunque sea para quejarnos. Tenemos que dar la oportunidad a Dios para que poco a poco transforme nuestro dolor en una fe más recia.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario