Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de
los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero
mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se
fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la
cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor,
¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en
él?».
Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo».
Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a
arrancarla?» «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el
peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la
cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y
átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los
sarmientos y por nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos
unidos a Él.
Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece,
cuando lo necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo
del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.
A veces, “permanecer en Jesús” nos suena a castigo,
a imposición, a condena. Si lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de
Dios. Permanecer es un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece
incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.
Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos
compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en
parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores... Queremos
cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo
imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.
“Santa Brígida, ayúdanos a seguir tu ejemplo, a
permanecer siempre unidos a Jesucristo”
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Quiero
ser verdadero sarmiento, sarmiento que permanece pegado a la parra que lo
sostiene, y que, por ella, recibe el alimento para mantenerse vivo y fecundo.
Quiero
ser sarmiento que se limpia de todo aquello que le amenaza arrancarlo de la
vid, de la vid que le da la savia verdadera para fertilizarse y dar hermosos
frutos.
Quiero ser sarmiento que recibe la poda necesaria para quedar siempre bien injertado en la vid, sin peligro de ser arrancado por los temporales, la sequía o las malas hierbas que lo destruyen y alejan de su tronco verdadero.
Quiero ser sarmiento que recibe la poda necesaria para quedar siempre bien injertado en la vid, sin peligro de ser arrancado por los temporales, la sequía o las malas hierbas que lo destruyen y alejan de su tronco verdadero.
Quiero
ser injerto tuyo, Dios mío, para que nunca tu Amor quede cortado en el camino a
mi corazón, y siempre esté regado por tu bendición y tu compasión.
Quiero
ser sarmiento que vive de su Viña y que da los frutos que la Viña espera.
Buenos frutos que sacian el hambre y la sed de los que se acercan a ella.
Amén
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