Jesús estaba hablando a la
multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de
hablar con Él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y
quieren hablarte».
Jesús le respondió: «¿Quién es
mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos,
agregó: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad
de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Palabra del
Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús
amaba con todo el corazón a su madre y a los suyos. Sin embargo, nunca se deja
encerrar en los muros de la familia. Jesús tiene una familia más amplia,
abierta a todos.
“Señor no
dejes que nuestras familias, nuestras comunidades y nuestros grupos se encierren en sí mismos.
Concédenos amar como tú a los más cercanos y a los que no son de nuestra sangre”.
Para
formar parte de la familia de Jesús es preciso cumplir la voluntad del Padre.
María fue la criatura que mejor cumplió la voluntad del Padre, por eso es de la
familia de Jesús por partida doble: por ser la mujer que lo acogió en sus
entrañas y lo dio a luz y por vivir siempre de acuerdo con la Palabra del Padre
“Gracias
Jesús por acogerme en tu familia”
“Virgen
María, enséñame a cumplir la voluntad del Padre”
Quiero ser dueño de mi camino y
vida, no renunciar a
la libertad alcanzada, gozar de
tantas cosas buenas, entregarme a
los míos, y tener esa
serena paz del deber bien cumplido.
Pero también puedo ser...
discípulo.
Puedo cargar con mi cruz, quizá
con la tuya; también
complicarme la vida y complicársela
a otros con osadía, hablar de la
buena noticia y soñar nuevas
utopías.
Pero también puedo ser...
discípulo.
Anhelo hacer proyectos, proyectos vivos y sólidos para un futuro solidario;
deseo ser eficaz, acertar, dar en el clavo y ayudar.
deseo ser eficaz, acertar, dar en el clavo y ayudar.
Pero también puedo ser...
discípulo.
Soy capaz de pararme y deliberar, escuchar, contrastar y discernir; a veces, me refugio en lo sensato, otras, lanzo las campanas al vuelo y parece que rompo moldes y modelo.
Pero también puedo
ser...discípulo.
No siempre acabo lo que emprendo; otras arriesgo y no acierto, o me detengo
haciendo juegos de equilibrio; me gusta
apuntarme a todo y dejar las
puertas abiertas, por si acaso. Me asusta tu
oferta, consejos y preguntas....
Pero también puedo
ser...discípulo.
Podría seguir así, tirando más o menos como hasta ahora: manteniendo el equilibrio prudentemente, justificando mis opciones dignas, diciendo sí cuando todo es a medias, dejándome llevar por la corriente, buscando seguridad en meras insinuaciones...
Pero también puedo
ser...discípulo.
Amén
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