Dijo el
Señor:
¿Con
quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se
parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:
¡Les
tocamos la flauta, y ustedes no bailaron!
¡Entonamos
cantos fúnebres, y no lloraron!
Porque
llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: «¡Tiene
un demonio!» Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «¡Es un glotón
y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!» Pero la Sabiduría ha sido reconocida
como justa por todos sus hijos.
Palabra
del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
A.- Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos.
Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no
participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las
de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios.
Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y
que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar
excusas para no escuchar a las personas.
"Señor, abre mi corazón a la verdad de cada persona"
"A veces descalifico a las personas sin conocerlas. Perdona"
B.- Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas
amables y bruscas, aburridas y divertidas. Desagradables y simpáticas, más
buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de
las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par
en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las
palabras.
"Concédeme Señor tu luz para saber escucharte"
"Dame paciencia y perseverancia cuando no entienda lo que me
quieras decir".
Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán
conmigo, cada una con su forma de pensar, sentir y actuar; todas están creadas
a imagen y semejanza tuya, de todas puedo aprender algo bueno, todas me pueden
enriquecer. En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado, agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar. Unas me parecen demasiado
estrictas, otras muy permisivas, algunas poco modernas, otras
demasiado avanzadas. Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas, a
seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para ser regalo tuyo para los demás.
Amén
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