A los discípulos de Jesús se les ocurrió
preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un
niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre me recibe
a mí, y el que me recibe a mí recibe a Aquél que me envió; porque el más
pequeño de ustedes, ése es el más grande».
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro,
hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de
impedírselo, porque no es de los nuestros».
Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el
que no está contra ustedes, esta con ustedes».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
¡Cuánto nos gusta
compararnos y ponernos por encima de los demás! En cambio Jesús, siendo el
primero, se pone al final de la fila. El más pequeño, el más humilde es el más
importante. El Salmo 130 es un salmo pequeño, que nos ayuda a sentirnos
pequeños, pero seguros en los brazos de Dios:
Señor, mi corazón no es
ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi
capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su
madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo, como eran en el principio ahora y siempre por los siglos
de los siglos. Amén.
Cuando acogemos a los pequeños,
a los niños, a los pobres, a cualquier persona necesitada de ternura, de
compañía, de esperanza... estamos acogiendo al mismo Jesús.
“Gracias por poder
acogerte en los más pequeños”
“Danos un corazón abierto
a todos, sobre todo a los más humildes”
“Perdona y cura nuestro afán
de ser más que los demás”
El que no está contra
vosotros, está a favor vuestro”. Por lo tanto, no miréis con desconfianza al
que hace lo mismo que vosotros, aunque no sea de vuestro grupo
¿Qué te dice Dios? ¿Qué
le dices?
No todos están a favor
nuestro, ni todos en contra nuestro, Señor.
Aquellos que comparten la
misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que trabajan por la
justicia y la paz son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de los niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los tuyos, son de los nuestros.
Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas, casi todas que son de los tuyos, de los nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de los niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los tuyos, son de los nuestros.
Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas, casi todas que son de los tuyos, de los nuestros.
Gracias por las
maravillas que tu Espíritu realiza en el corazón de las mujeres y los hombres que,
aunque no parezcan de los nuestros, aunque abracen otros credos o no crean en
Dios, aunque voten a otros partidos políticos, canten otras canciones y hablen
otros idiomas, están movidas por tu mismo Espíritu. Gracias, Señor.
Amén
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