Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que
estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él
se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y
pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los
fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y
pecadores?»
Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen
necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa:
"Yo quiero misericordia y no sacrificios". Porque no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores».
Palabra del Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Mateo era un cobrador de impuestos y un
pecador público, un publicano, es decir, un judío puesto al servicio de Roma
para extorsionar a su pueblo y ganar dinero usando de la estafa y la usura que
la Ley prohibía. Jesús lo mira lleno de ternura y con su amor lo dignifica.
Jesús pone en él su confianza y lo hace un discípulo suyo.
Mateo «se levantó», quizás porque Jesús lo sacó de aquella vida arrastrada. Mateo se alegra de saber que alguien puede amarle a pesar de todo. Así es Jesús y así hemos de ser también nosotros. Aquel feliz encuentro acaba en fiesta, en cena.
Los que se consideran buenos no entran a cenar con pecadores públicos, sino que se quedan fuera criticando. Dios comparte y prepara su mesa para los pecadores. Jesús viene a curar a los enfermos, no a los sanos, por eso busca a todos los excluidos. ¿Y tú, eres de los que entras a cenar con pecadores o te quedas fuera criticando?
Mateo «se levantó», quizás porque Jesús lo sacó de aquella vida arrastrada. Mateo se alegra de saber que alguien puede amarle a pesar de todo. Así es Jesús y así hemos de ser también nosotros. Aquel feliz encuentro acaba en fiesta, en cena.
Los que se consideran buenos no entran a cenar con pecadores públicos, sino que se quedan fuera criticando. Dios comparte y prepara su mesa para los pecadores. Jesús viene a curar a los enfermos, no a los sanos, por eso busca a todos los excluidos. ¿Y tú, eres de los que entras a cenar con pecadores o te quedas fuera criticando?
Cuando soy frágil te encuentro, cuando soy
debilidad, lágrima, o silencio que se lleva el viento.
Cuando soy frágil te busco, te grito, te
espero… te busco y tu ternura me cubre, te grito y tu compasión me abraza, te
espero y te haces regalo, todo Tú, todo entero.
Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero… bendita fragilidad entonces,
porque en mí no hay mayor deseo.…
Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero… bendita fragilidad entonces,
porque en mí no hay mayor deseo.…
A los cristianos nos falta con frecuencia
abrazar el mundo con sus luces y sus sombras, con su dolor y su pecado, con la
misma ternura que lo abrazaba Jesús. ¿Y en tu vida, sobran sentencias y falta
misericordia? Pide perdón por tus condenas y críticas. Da gracias porque Jesús
nos ama siempre, a pesar de nuestro pecado.
Señor, tú miraste con amor a Mateo y le
llamaste. Era un recaudador, un pecador, un indeseable... pero su corazón
buscaba una vida más auténtica y te siguió con decisión, cuando pronunciaste su
nombre.
Señor, también a mí me miras con amor y me
llamas. Reconozco que no lo merezco, que soy poca cosa, Sé que sólo tú puedes
darme la felicidad que deseo. Por eso, quiero seguirte siempre y del todo.
Señor, ayúdame a mirar con amor al que se
siente sólo, al que no cuenta, al que cree que no sirve para nada.
Ayúdame a despertar el deseo de felicidad de cada persona y a mostrarles que Tú
eres la fuente de la Vida.
Amén
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