El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús
hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan,
que ha resucitado». Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es
uno de los antiguos profetas que ha resucitado».
Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste
del que oigo decir semejantes cosas?» y trataba de verlo.
Palabra del Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no pasa inadvertido. No busca la
notoriedad, pero su estilo de vida llama la atención. Quieren escucharlo y verlo
hasta sus propios enemigos.
¿Cómo es nuestra vida? ¿Llamamos la atención
por ser coherentes, por estar con los más pobres, por elegir los últimos
puestos, por servir más que nadie, por asumir con esperanza la cruz y el dolor,
por creer en Dios y en las personas? ¿o llamamos la atención por otras cosas
menos evangélicas?
Señor, líbrame de todo deseo de sobresalir, de
parecer más grande o más bueno que los demás, de pretender la fama a cualquier
precio.
Pero, si he de llamar la atención, que la
llame por ser como tú; por decir la verdad con dulzura, como tú; por acercarme a
los más necesitados, como tú; por ser libre frente a los poderosos y al qué
dirán, como tú; por no estar apegado al dinero y a la comodidad, como tú; por
buscar más el amor que el placer, como tú; por luchar contra el mal sólo con las armas del bien, como tú; por tener
paciencia con los que no acaban de aprender, como tú; por perdonar setenta
veces siete, como tú; por trabajar en comunidad por la comunidad, como tú; por
dar la vida con alegría hasta el final, como tú; por confiar siempre en Dios
Padre hasta en los peores momentos, como tú.
Señor, ayúdame a ser cada día más parecido a
ti.
Amén
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