lunes, 21 de septiembre de 2015

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR



Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, Él les dijo, valiéndose de una parábola: «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar: se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y éstas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír ,que oiga!»

Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.

La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.

Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia».


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 



También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra da siempre frutos.

Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra. Quien siembra con esperanza, aunque el terreno
no sea el mejor y tenga piedras, zarzas, calveros, lugares yermos,
pisados caminos y aves en el cielo al acecho.

Quien siembra con esperanza, aunque no sea dueño del tiempo, de las lluvias,
de las heladas, de los vientos, de las sequías, ni de los calores que secan el terreno.

Quien siembra con esperanza, aunque no distinga la semilla, ni entienda
los procesos de germinación, ni los milagros encerrados en la simiente
que lanza a la tierra.

Quien siembra con esperanza, aunque solo esparza en la tierra y en los corazones
semillas pequeñas, semillas sin prestancia, semillas de mostaza, pues sabe que el Señor del campo y de la semilla confía en él y en su tarea.

Quien siembra, siembra con esperanza, aunque no sea suya la semilla,
ni el terreno, ni sea dueño del tiempo, ni sepa de climas; aunque la experiencia le diga que hay cosechas que fracasan a pesar del cuidado y de cántaros de gracia,

Quien siembra vive la esperanza, sueña en parábolas, lanza buenas nuevas,
goza la temporada y anhela la cosecha; pero, a veces, las preocupaciones
le hacen pasar las noches en claro, y nada se soluciona hasta que se duerme en tu regazo.

¡Saldré a sembrar para continuar tu tarea y cuentes historias que florezcan en gracia!

Amén

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