A la Hora de pasar de este
mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
«Si ustedes me conocen,
conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».
Felipe le dijo: «Señor,
muéstranos al Padre y eso nos basta».
Jesús le respondió: «Felipe,
hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?
El que me ha visto, ha visto
al Padre. ¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que Yo estoy
en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que digo no son
mías: el Padre que
habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: Yo estoy en el Padre
y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que
cree en mí hará también
las obras que Yo hago, y aún mayores, porque Yo me voy al Padre.
Y Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi
Nombre, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi
Nombre, Yo lo haré».
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
“Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre”. Nunca acabamos de conocer a Jesús, nunca
acabaremos de conocerlo. Su grandeza no cabe en nuestra pequeña cabeza, pero
podemos conocerlo cada día mejor.
Eres
otra cosa, Jesús.
Eres
otra cosa. ¿Quién ha dicho que Tú eres triste, serio, aguafiestas y exigente?
¿Quién
ha dicho que el Evangelio está reñido con la alegría y la fiesta?
¿Quién
ha dicho que la fe es una carga inútil de normas y leyes que ya no rigen?
¿Quién
ha dicho que tu mensaje es una cadena con manto de rosas y promesas huecas?
Tanto
tiempo contigo, trabajando en tu viña, hablando de nuestras vidas, y no te entendemos.
Tenemos
que cambiar de pies a cabeza nuestras glándulas resecas, nuestros miembros sin
juego, nuestras arterias rotas, nuestra mente cerrada, nuestro corazón viejo.
Beber
vino nuevo y exponemos al viento de tu Espíritu sólo con el manto que Tú nos
has tejido. Romper esquemas, y adquirir estilo, forma y mentalidad nueva para entenderte y gozarte.
Tanto
tiempo contigo, oyendo tus risas, compartiendo tus fatigas, y no te entendemos,
porque seguimos siendo fariseos, ayunando de tu Evangelio, y no nos atrevemos a
emborrachamos contigo.
Eres
otra cosa, Jesús. Eres otra cosa.
“Yo estoy en el Padre y el
Padre en mi”. Dios es un misterio de comunión, de amor. El Padre está en
corazón del Hijo y del Espíritu. El Hijo está en el corazón del Padre y del
Espíritu. El Espíritu está en el corazón del Padre del Hijo. Nuestras palabras
se quedan muy cortas para describir el misterio de Dios.
Pero lo más importante no es tratar de tratar de comprender desde fuera este
misterio, lo más importante es aceptar la invitación de Jesús nos a entrar
dentro de este misterio de comunión, de amor. También podemos decir a nuestro
modo: “yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”.
“Gracias Señor por abrirnos las
puertas de tu intimidad”
“Gracias porque en tu corazón,
yo estoy también presente”
“Señor, quiero acogerte en mí
como tú me acoges”
“Señor, danos tu Espíritu para
que en nuestro corazón haya sitio para todos"
Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Tus
palabras son las palabras creadoras del Padre.
Tus
milagros reflejan el poder salvador del Padre.
Tus
lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.
Tu
perdón nace del corazón misericordioso del Padre.
Tu
muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre, que no se reserva lo más
querido, que se entrega del todo.
Tu
resurrección es un soplo de la vida del Padre, que renueva a cada persona y al
universo entero.
Gracias,
Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, tan
cortas como nuestros miedos y deseos.
Gracias
por revelarnos el verdadero rostro de Dios.
Gracias
por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.
“Señor,
transforma mis sentimientos, pensamientos
y comportamientos; a fin de que, unido a ti, mi vida sea también transparencia
de las palabras, la fuerza, el perdón y el amor del Padre”
Amén
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