sábado, 23 de abril de 2016

YO ESTOY EN EL PADRE Y EL PADRE ESTÉ EN MÍ



A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:

«Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».

Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta».

Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?

El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?

Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.

Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que Yo hago, y aún mayores, porque Yo me voy al Padre.

Y Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré».


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor?


¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


“Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre”. Nunca acabamos de conocer a Jesús, nunca acabaremos de conocerlo. Su grandeza no cabe en nuestra pequeña cabeza, pero podemos conocerlo cada día mejor.

Eres otra cosa, Jesús.

Eres otra cosa. ¿Quién ha dicho que Tú eres triste, serio, aguafiestas y exigente?

¿Quién ha dicho que el Evangelio está reñido con la alegría y la fiesta?

¿Quién ha dicho que la fe es una carga inútil de normas y leyes que ya no rigen?

¿Quién ha dicho que tu mensaje es una cadena con manto de rosas y promesas huecas?

Tanto tiempo contigo, trabajando en tu viña, hablando de nuestras vidas, y no te entendemos.

Tenemos que cambiar de pies a cabeza nuestras glándulas resecas, nuestros miembros sin juego, nuestras arterias rotas, nuestra mente cerrada, nuestro corazón viejo.

Beber vino nuevo y exponemos al viento de tu Espíritu sólo con el manto que Tú nos has tejido. Romper esquemas, y adquirir estilo, forma y mentalidad nueva para entenderte y gozarte.

Tanto tiempo contigo, oyendo tus risas, compartiendo tus fatigas, y no te entendemos, porque seguimos siendo fariseos, ayunando de tu Evangelio, y no nos atrevemos a emborrachamos contigo.

Eres otra cosa, Jesús. Eres otra cosa.

“Yo estoy en el Padre y el Padre en mi”. Dios es un misterio de comunión, de amor. El Padre está en corazón del Hijo y del Espíritu. El Hijo está en el corazón del Padre y del Espíritu. El Espíritu está en el corazón del Padre del Hijo. Nuestras palabras se quedan muy cortas para describir el misterio de Dios.

Pero lo más importante no es tratar de tratar de comprender desde fuera este misterio, lo más importante es aceptar la invitación de Jesús nos a entrar dentro de este misterio de comunión, de amor. También podemos decir a nuestro modo: “yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”.

“Gracias Señor por abrirnos las puertas de tu intimidad”

“Gracias porque en tu corazón, yo estoy también presente”

“Señor, quiero acogerte en mí como tú me acoges”

“Señor, danos tu Espíritu para que en nuestro corazón haya sitio para todos"

Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.

Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.

Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.

Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.

Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.

Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre, que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.

Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre, que renueva a cada persona y al universo entero.

Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, tan cortas como nuestros miedos y deseos.

Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios.

Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.

“Señor, transforma mis sentimientos, pensamientos y comportamientos; a fin de que, unido a ti, mi vida sea también transparencia de las palabras, la fuerza, el perdón y el amor del Padre”

Amén

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