Jesús, que había resucitado a
la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena,
aquélla de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que
siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la
oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.
Después, se mostró con otro
aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a
anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron.
En seguida, se apareció a los
Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su
obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado.
Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda
la creación».
Palabra del
Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es un resumen de los relatos con los que hemos ido rezando
durante toda la semana.
Experimentar la presencia del Resucitado es maravilloso. María Magdalena
y los que caminaban al campo lo han sentido. Pero ser testigos de la
resurrección es muy duro: ¿qué hacer cuando se siente en el corazón la alegría
más grande y nadie quiere dejarse llenar de ese gozo inmenso?
“Señor, haznos testigos fieles de tu resurrección, aunque nadie crea que
Tú vives, aunque nos sintamos incomprendidos, impotentes”
Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la Buena Noticia. En cada
aparición el resucitado envía a los discípulos a anunciar la Buena Noticia de
la Resurrección. Anunciar la buena noticia requiere creerla, acogerla, vivirla
y comunicarla con paciencia y humildad.
“Envíame, Señor. Estoy dispuesto”
“Que cada día crea y viva con más profundidad la Buena Noticia”
Seguimos pidiendo a Jesús que nos resucite, con Él, a una vida nueva.
Señor del amor verdadero, pon tu luz en
nuestras sombras, pon tu paz en nuestras luchas, pon tu voz en nuestros ruidos.
Pon armonía en nuestras diferencias, pon
sentido en nuestras preguntas, pon ternura en nuestros juicios y limpieza en cada proyecto.
Pon dignidad en nuestra mirada, y libertad en
nuestras certidumbres, pon tu aliento en el bregar cotidiano, y tu amistad en
nuestros contrastes.
Pon, Señor, tu verdad en nuestras dudas.
Ponnos, Señor, contigo, cuando buscamos tu
evangelio para este mundo.
Tú que eres el camino, la verdad, y la vida.
Amén
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