Al atardecer de ese mismo día,
en que Jesús había multiplicado los panes, los discípulos bajaron a la orilla
del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra
orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba
agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos
cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua,
y tuvieron miedo. Él les dijo: «Soy Yo, no teman».
Ellos quisieron subirlo a la
barca, pero ésta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Era
noche cerrada. Soplaba un viento fuerte. El mar, ya de por sí peligroso, se
encrespó. Habían remado 5 ó 6 kilómetros y estaban cansados. Se asustan...
A veces parece que todos los males vienen de vez: no vemos claro el presente y el futuro, las buenas amistades se pierden, estamos cansados de luchar, parece que hasta la fe se tambalea...
A veces parece que todos los males vienen de vez: no vemos claro el presente y el futuro, las buenas amistades se pierden, estamos cansados de luchar, parece que hasta la fe se tambalea...
Se
acerca Jesús a las barcas, se acerca Jesús a nuestra vida y nos tranquiliza.
Dejemos que resuenen sus palabras en nuestro corazón: SOY YO, NO TEMÁIS.
Acojámoslas en lo más profundo de nuestro ser:
Al atardecer de ese mismo día,
en que Jesús había multiplicado los panes, los discípulos bajaron a la orilla
del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra
orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar
estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos
cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua,
y tuvieron miedo. Él les dijo: «Soy Yo, no teman».
Ellos quisieron subirlo a la
barca, pero ésta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
Acojámoslas
en lo más profundo de nuestro ser: No
temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo
recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su
hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus
ojos hacia mí encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote,
amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su
padre lo mira.
No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que
tienen miedo.
Amén
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