Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios
en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus
manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos
sobre los enfermos y los sanarán»
Palabra del Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy celebramos la fiesta de una conversión: la
de San Pablo, un hombre que cambio radicalmente su vida. El perseguidor de
cristianos se convierte en uno de los mejores servidores de Cristo. Todo lo que
había vivido hasta entonces lo consideró basura, en comparación con el conocimiento
de Jesús.
“Señor, concédeme el don de la conversión”
“Gracias por las personas que se dejan
convertir por ti”
“Perdona y cura mi dureza de corazón”
San Pablo se dejó seducir por Jesucristo. En
todo momento sabía de quien se había fiado. Su vida tenía sentido en la medida
de que Cristo vivía en Él. La fuerza de Dios se mostró perfecta en su
debilidad. Le bastó la gracia de Dios para ser feliz.
“Señor, seduce nuestro corazón”
“Gracias por tu amor, por tu gracia”
“Muestra tu fuerza, Señor, en nuestra
debilidad”
San Pablo entendió enseguida que ser cristiano es
ser evangelizador: fue al mundo entero y proclamó el Evangelio. Llevó el
mensaje de Jesucristo más allá de las fronteras de Jerusalén, de Israel.
¿Evangelizas? ¿Cómo lo haces? ¿Con qué palabras y con qué gestos? ¿Qué te dice
Dios? ¿Qué le dices?
Te doy gracias,
Señor, porque cuentas conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y
me llamas, como llamaste a Pablo, un fariseo inteligente, fanático,
intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como él.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que donde abundó el pecado, sobreabundó tu amor; que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad; que nos podemos fiar de Ti completamente; que Tú lo habías elegido para anunciar el Evangelio.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que donde abundó el pecado, sobreabundó tu amor; que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad; que nos podemos fiar de Ti completamente; que Tú lo habías elegido para anunciar el Evangelio.
También a mí me has
cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme
cada día a Ti, para que puedas acabar la obra que has comenzado en mí y yo sepa
contagiar mejor la luz, la alegría y la esperanza de nacen de la fe.
Amén
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