Jesús decía a sus discípulos:
«El Reino de Dios es como un
hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche
y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra
por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano
abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la
hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».
También decía: «¿Con qué
podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para
representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más
pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y
llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas
que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra».
Y con muchas parábolas como
estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No
les hablaba, sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les
explicaba todo.
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Celebramos
la fiesta de los santos Timoteo Y Tito, colaboradores de San Pablo y
continuadores de su obra evangelizadora. Un día sintieron la llamada de Jesús,
que quería confiarles una misión. Puedo recordar las llamadas que a lo largo de
la vida he recibido y dar gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a qué me llamas
ahora Señor?
Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo miro a las personas?
Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo miro a las personas?
"Transforma mi
mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor
por compadecerte de mis miserias"
"Señor,
enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid
al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que envíe
laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades
cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de
Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad y llamad a otras personas.
Poneos en camino. Id de dos en dos...
Poneos en camino. Id de dos en dos...
Estas palabras están dichas para mí.
Soy continuador de tu obra, Señor.
Soy tu compañero en la misión.
Gracias, Jesús.
Me encuentro emocionado por tu confianza.
La mies es mucha y los braceros pocos.
Quiero ser uno de ellos.
Muchas personas están caídas y pasamos de largo.
Quiero ser el buen samaritano.
Conviérteme primero a mí, para que yo pueda
anunciar a otros la Buena Noticia.
Dame AUDACIA. En este mundo escéptico y autosuficiente, tengo vergüenza y miedo.
Dame ESPERANZA. En esta sociedad recelosa y cerrada, yo también tengo poca confianza en las personas.
Dame AUDACIA. En este mundo escéptico y autosuficiente, tengo vergüenza y miedo.
Dame ESPERANZA. En esta sociedad recelosa y cerrada, yo también tengo poca confianza en las personas.
Dame AMOR. Es esta tierra insolidaria y fría, yo
también siento poco amor.
Dame CONSTANCIA. En este ambiente cómodo y superficial, yo también me canso fácilmente.
Dame CONSTANCIA. En este ambiente cómodo y superficial, yo también me canso fácilmente.
Conviérteme primero a mí, para que yo pueda
anunciar a otros la Buena Noticia.
Gracias, Jesús. Me encuentro emocionado por tu confianza.
Gracias, Jesús. Me encuentro emocionado por tu confianza.
Amén
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