Después que Juan Bautista fue
arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de
Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse .y crean en la Buena Noticia».
Mientras iba por la orilla del
mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el
agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y Yo los haré
pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a
Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca
arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su
padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Con
el Evangelio de hoy comenzamos el Tiempo Ordinario, el tiempo litúrgico más
largo del año, 34 semanas en el que el sacerdote celebra la Eucaristía con
ornamentos verdes. Es una invitación a caminar con Cristo, a conocer su vida
pública y a profundizar en su persona para mejor amarle.
Por
eso, el Evangelio comienza hoy resumiendo la predicación inaugural de Jesús:
«Se ha cumplido el plazo», «el Reino de Dios está cerca», «convertíos». Estas
palabras se nos proclaman hoy a nosotros: en Jesús, Dios regala un tiempo de
salvación para todos los que acojan su palabra, el Reino de Dios y la pongan
por obra la conversión. Hoy sabemos que el dinero no salva al mundo, sino que
lo divide injustamente. También sabemos que la felicidad no nos la da el
materialismo ni las palabras vacías. ¿Qué sientes en tu corazón que te ofrece
Jesús? ¿Es algo nuevo? ¿Es una buena noticia para ti? Cuida su amistad con
palabras de agradecimiento y permaneciendo en su amor durante toda la jornada.
En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz. Sólo si respondes a la llamada de Jesús estarás en diálogo con Él. ¿Cómo saber lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y da fuerzas para que respondas. En tu vida determinadas personas han sido luz y te han indicado el camino. Dios también habla en los problemas que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias rotas, los niños abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una respuesta. Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza para responder. Da siempre gracias.
En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz. Sólo si respondes a la llamada de Jesús estarás en diálogo con Él. ¿Cómo saber lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y da fuerzas para que respondas. En tu vida determinadas personas han sido luz y te han indicado el camino. Dios también habla en los problemas que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias rotas, los niños abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una respuesta. Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza para responder. Da siempre gracias.
Señor Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Simón,
Andrés, Santiago y Juan, cuando estaban trabajando en sus barcas. Y yo quiero
responderte como ellos, sin excusas, sin dejarlo para mañana, con prontitud,
inmediatamente. Quiero responder a tus llamadas, a las llamadas de la
conciencia y del corazón, a las llamadas de los más cercanos y de los más
pobres.
Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras cambiaron
radicalmente la vida de aquellos primeros discípulos. Ayúdame a estar cerca de
ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para que mi vida cambie, como se transforma
el barro en manos del alfarero.
Señor, Tú hiciste y haces de tus discípulos pescadores de hombres. Qué mis palabras y nuestros compromisos, nuestra alegría y nuestra esperanza anuncien a todos que Tú, Jesús, eres el Amor que siempre nos acompaña y nos salva y el Camino que nos conduce a la Felicidad más grande.
Señor, Tú hiciste y haces de tus discípulos pescadores de hombres. Qué mis palabras y nuestros compromisos, nuestra alegría y nuestra esperanza anuncien a todos que Tú, Jesús, eres el Amor que siempre nos acompaña y nos salva y el Camino que nos conduce a la Felicidad más grande.
Amén
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