Jesús
dijo a sus discípulos:
Estén
preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los
hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle
apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los
servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que
él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra
así!
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Estamos dormidos cuando no nos enteramos de lo que
ocurre a nuestro alrededor, cuando nos descubrimos la presencia de Dios en
nuestra vida, en los hermanos, en la sociedad, en la comunidad…
Y cuando dormimos, el Señor pasa de largo, no
podemos sentarnos a su mesa, no podremos disfrutar de su amor.
Dios llega de madrugada, por la noche y al
mediodía. A cualquier hora, en cualquier lugar, a cualquier edad.
¿Estoy dormido? ¿En qué momentos? ¿En qué lugares?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, queremos estar en vela, pero en muchas
ocasiones nos dormimos.
Despiértanos, Señor, para descubrir tu presencia a
nuestro lado, para abrirte las puertas de nuestra casa, para acoger tu amor, tu
ternura, tu fuerza, para sentarme a tu mesa y saciar mi hambre de felicidad.
Despiértanos, Señor, para encontrarte en los niños,
en los pobres, en los que necesitan amor, para amarte y servirte en los que han
perdido la esperanza, para aprovechar todas las oportunidades de compartir la
alegría de la fe, de ser hijo tuya. Amén.
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