jueves, 23 de octubre de 2014

HE VENIDO A TRAER FUEGO SOBRE LA TIERRA



Jesús dijo a sus discípulos

Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Este Evangelio nos extraña. Parece que estas palabras no han podido salir de los labios de Jesús. Sin embargo, pensemos por un momento en la vida del mismo Señor: provocó divisiones: unos a su favor, otros en contra; unos lo querían con locura, otros le odiaban a muerte.

Pensemos también en la vida de los santos: su estilo de vida y sus palabras obligaban a las personas a definirse, a favor o en contra.

Si somos fieles a nuestra condición de bautizados, nos ocurrirá algo semejante. Provocaremos divisiones, aunque no queramos.


“Señor, prende el fuego de tu Espíritu en nuestros corazones el fuego que purifique y queme toda maldad el fuego que encienda el amor y la esperanza para que, también nosotros, como tú y contigo llevemos el fuego de tu Espíritu a nuestros hermanos, nuestro mundo y a nuestra Iglesia”

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